Hispanoamérica tiene un amplio repertorio de dichos y refranes, popularmente usados en Colombia para referirse a cualquier tipo de situación cotidiana. Desde brindar consejos hasta dar quejas, los colombianos encontramos la rima perfecta para describir el momento.
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Refranes como "No me abra los ojos, que no le voy a echar gotas", "Mugre que no mata, engorda", "Tengo un filo, que si me agacho me corto", "Le cuento el milagro, pero no el santo" y "Mi Dios le da pan al que no tiene dientes", son algunos de los más populares del país.
Entre estos refranes, hay uno cuya carga histórica definió el rumbo social de un país. Quienes usan la expresión “la Conchinchina”, se refieren a un lugar que se encuentra muy lejos, quizás “al otro lado del charco”. No obstante, nadie sabe dónde queda.
Sin embargo, muchas de estas expresiones tienen un origen desconocido para la mayoría de las personas que las emplean. A pesar de que entendemos claramente lo que significan, en qué momento utilizarlas y cómo aplicarlas, sus raíces son inciertas.
¿En qué parte del mundo queda La Conchinchina?
Aunque la referencia figure como un punto en el mapa remoto, lejano e indeterminado, la realidad del asunto es que este lugar no existe. Sin embargo, en algún punto de la historia fue una región que estuvo en disputa con dos grandes naciones.
La palabra “Conchinchina” es una adaptación al idioma español del término “Cochinchine”, expresión utilizada por los franceses para referirse a un territorio que colonizaron en una región del sur de Vietnam, alrededor del río Mekong.
La versión creada para los hispanohablantes agregó una “n” en su redacción, con el fin de facilitar la pronunciación. Pero, ¿cómo fue que se empezó a relacionar el término con un lugar lejano? Según explicó el medio ‘ABC’, entre 1858 y 1862, los reinos de España y Francia llevaron a cabo una campaña militar en Vietnam, provocando un conflicto.
En las tierras españolas, cuando se hablaba de la guerra, se nombraba constantemente un lugar perdido en lo más profundo de Asía, “lejano para cualquier hombre”, llamado Conchinchina.
Desde entonces, se asocia el término con un sitio determinado, prácticamente inubicable. Como muchos españoles no podían ubicar en el mapa el destino, “irse a la Conchinchina” se transformó en una frase popular, que tiene vigencia hasta hoy día.
JOHAN STEVEN GUERRERO.
EQUIPO ALCANCE DIGITAL.
EL TIEMPO.