A finales de septiembre, Amazon Prime estrenó Hotel Cocaine, una serie protagonizada por Danny Pino, Yul Vázquez, Mark Feuerstein y Laura Gordon que sigue la historia de Roman Compte (Pino), un exiliado cubano que persigue su sueño americano y es gerente general del glamoroso Mutiny Hotel.
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Además de hotel, el Mutiny es un club nocturno frecuentado por políticos, celebridades, agentes encubiertos y narcotraficantes. Y si bien la historia es pura ficción, este hotel y antiguo club en Miami sí existió con el mismo nombre. Incluso, era conocido como el ‘Casablanca’ de la cocaína.
Hotel Cocaine sigue a Roman Compte, obligado por la DEA a espiar a su hermano Néstor Cabal (Yul Vázquez), el mayor traficante de drogas de Miami. Así pues, Compte se ve rápidamente envuelto en un mundo siempre al filo del peligro y la muerte.
Chris Brancato, creador y director de esta serie, es también el escritor y productor de Hannibal, La Ley y el Orden UVE y Expedientes X. Además, es el cocreador de Narcos, Narcos: México y El padrino de Harlem.
Su nombre está detrás de algunas de las series más importantes en la historia de la televisión y, desde hace unos años, el tema del narcotráfico y las drogas ocupa la primera página en su trabajo. EL TIEMPO habló con él.
El tipo de shows como Hotel Cocaine que hablan sobre narcotráfico suelen ser muy criticados, pero al mismo tiempo son muy populares. ¿Por qué cree que le fascinan tanto a la audiencia?
Bueno, creo que hay varias razones. En general, los personajes fuera de la ley son intrigantes porque hacen cosas que la mayoría de nosotros nunca nos atreveríamos a hacer. Además, los riesgos son altísimos: millones de dólares en juego, la posibilidad de morir o ir a prisión. Esa tensión es atractiva para los espectadores. También hay una percepción errónea de que el mundo de las drogas es “sexy”: autos lujosos, aviones privados, riquezas extremas. Esas superficialidades actúan como un imán para la gente. Además, a la gente le encanta ver cómo los villanos son derrotados. Creo que a todos nos gusta ver a los malos perder y a los buenos ganar.
"A todos nos gusta ver a los malos perder y a los buenos ganar"
Se han contado muchísimas historias sobre el narcotráfico, ¿cómo hace para contar algo nuevo y diferente?
Esa es la gran pregunta. A menos de que seas muy creativo, es muy difícil. He escuchado cientos de propuestas sobre nuevas historias de narcotraficantes en distintas ciudades, y siempre es lo mismo: venden drogas, ganan dinero, mueren o van a prisión. Lo que hizo que una serie como Narcos fuera diferente es que, además de contar la historia de Escobar, mostraba la belleza de Colombia. Muchos espectadores me han dicho que no solo disfrutaron del drama, sino que también descubrieron un país maravilloso. El desafío está en encontrar un ángulo único, un contexto más profundo que haga que la historia sea algo más que drogas y violencia.
¿Qué tipo de investigación realiza paran poder trabajar estos proyectos?
La investigación implica mucha lectura y, en algunos casos, entrevistas. Por ejemplo, mientras trabajaba en una serie, un actor me habló de su padre, que dirigía un famoso club en Miami en los años 70. Empecé a investigar sobre el tráfico de drogas en esa época y cómo estaba relacionado con Colombia y Cuba. Hay que leer, hacer entrevistas, pero quiero dejar claro que intento no hablar directamente con narcotraficantes porque suelen justificar sus acciones. Siempre me enfoco en obtener una visión más amplia de los efectos sociales y políticos del narcotráfico.
Mucha gente dice que ya está cansada de ver series que hablan sobre drogas y narcotráfico. Esa gente, ¿por qué debería ver Hotel Cocaine? ¿Qué tiene de diferente?
Bueno, aunque las drogas son parte de la historia, en realidad se trata de una crisis familiar. Es la historia de un hombre que tiene una relación rota con su hermano mayor, pero está dispuesto a todo por proteger a su hija, incluso si eso lo lleva a la órbita de su hermano narcotraficante. Es un relato sobre el sacrificio, la lealtad y las complejidades familiares, con las drogas como telón de fondo.
¿Cómo fue su experiencia filmando Narcos en Colombia?
Fue increíble. Al principio, como muchos extranjeros, yo tenía una imagen distorsionada de Colombia, seguramente influenciada por las películas y series sobre el narcotráfico. Me preguntaba qué encontraría y tenía mis dudas. Pero lo que descubrí fue un país maravilloso con gente increíble. Amo Bogotá; es una de mis ciudades favoritas.
"Siento la responsabilidad de mostrar que estamos retratando solo un pequeño subconjunto de criminales y que estos países tienen muchas más capas. Y muchas más historias".
Ya que tocamos este tema, justamente programas como Narcos contribuyen a perpetuar esa visión tan oscura de Colombia. ¿Considera eso al trabajar en proyectos así?
Es curioso, porque cuando llegué a Colombia para hacer Narcos, nos reunimos con el presidente Santos y su gabinete. La Ministra de Cultura estaba preocupada por cómo el show representaría al país. Pero el presidente Santos dijo algo importante: “Esto es parte de nuestra historia, no toda, solo una pequeña parte, pero una que debemos contar”. Nos pidió que dejáramos claro que los narcotraficantes fueron llevados ante la justicia, y lo hicimos. Ahora, luego de participar en series de este tipo, sí siento la responsabilidad de mostrar que estamos retratando solo un pequeño subconjunto de criminales y que estos países tienen muchas más capas. Y muchas más historias. Y cuando estoy haciendo entrevistas siempre recalco que hablamos de un microcosmos específico, no de la totalidad.
Después de haber trabajado en tantas series sobre drogas, ¿qué es lo más impactante que ha aprendido?
Lo más impactante es lo profundamente entrelazado que está el narcotráfico con tantos aspectos de la sociedad. No es solo un negocio criminal; afecta la educación, la política y hasta la estabilidad de países enteros. Por ejemplo, en los años 80, Colombia sufrió atentados que afectaron a toda la sociedad debido a la guerra contra las drogas. Es un tema mucho más complejo de lo que parece. Hay muchos aspectos interconectados y hay mucho más de lo que parece.
¿Cómo logra desvincularse de la violencia después de trabajar en programas tan intensos?
La violencia que vemos en los sets obviamente no es real, es coreografiada con elementos como bates de goma, lo que facilita distanciarse emocionalmente. Sin embargo, al ver el producto final, a veces la violencia puede ser impactante. Aun así, sé que estamos contando historias para una audiencia madura, y la violencia es parte integral de la narrativa.
ÚRSULA LEVY
Para EL TIEMPO
X: @Uschilevy