Un año después del asalto en territorio israelí y del inicio de la guerra en Gaza, el movimiento islamista Hamás -acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica-, que gobierna ese territorio palestino desde 2007, se ha visto debilitado con la muerte de varios de sus líderes y de miles de combatientes, sin que ello signifique su final.
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En una operación que tomó por sorpresa a Israel y a sus aliados y que evidenció sus capacidades, comandos de Hamás se infiltraron en comunidades fronterizas e instalaciones militares israelíes el 7 de octubre de 2023, un ataque sin precedentes que causó la muerte de 1.205 personas, en su mayoría civiles, y en el que el grupo islamista secuestró a otras 251, de las cuales hoy 97 continúan retenidas en Gaza, entre ellas 33 que el Ejército da por muertas.
Antes de esa fecha, sin embargo, el de Hamás era un nombre con una notoriedad baja en el grueso de la opinión pública en Occidente, pese a ser considerada una organización terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, así como otras naciones del hemisferio. Pero el ataque del 7 de octubre lo cambió todo, y sus amenazas mutuas con Israel de aniquilarse en el campo de batalla, que no eran nuevas, empezaron a ocupar, día tras día, las primeras planas de los medios de comunicación en todo el mundo.
Según las cifras más recientes del Ejército israelí, reveladas en agosto pasado, la operación aérea y terrestre que emprendió el Estado hebrero sobre Gaza en represalia al ataque de Hamás ha dejado a más de 17.000 combatientes palestinos eliminados en el enclave, una cifra superior a la que reporta el grupo, que estima entre 6.000 y 8.000 bajas en sus filas, incluyendo varios de sus líderes.
¿Tuvo un impacto la muerte de líderes importantes?
Quizás el más certero de los embates que sufrió Hamás en este primer año de guerra fue la muerte de Ismail Haniyeh, la cara más política de la organización, en un ataque imputado a Israel el 31 de julio en Teherán.
Haniyeh había viajado a Irán desde Catar, donde permanecía exiliado desde 2019 -tras ser excarcelado en Israel-, a la toma de posesión del presidente iraní Masoud Pezeshkian, pero habría sido asesinado luego de que la inteligencia israelí introdujo de forma clandestina una bomba en el edificio en el que se encontraba, según una investigación del diario The New York Times.
Y si bien otros líderes de Hamás han muerto en el último año -apenas hace unos días, por ejemplo, se reportaron las muertes de Rawhi Mushtaha, miembro del buró político del grupo y jefe del Gobierno en Gaza, y la del cabecilla en la ciudad de Tulkarem, Zahi Yaser Abdel Razaq Awfi- la de Haniyeh marcó un punto de inflexión, pues dejó a los islamistas en manos del liderazgo más extremista de la organización, encarnado por Yahya Sinwar, cerebro de los atentados del 7 de octubre.
Después de haber liderado Hamás dentro de Gaza, en mayo de 2017 Haniyeh fue elegido presidente del buró político, principal órgano ejecutivo de esa organización, un cargo que desempeñó fundamentalmente desde Catar para intentar ampliar las redes diplomáticas del movimiento y su presencia internacional. Sinwar lo sustituyó entonces como cabeza de Hamás dentro del enclave, aunando las ramas política y militar, y adoptando una postura mucho más radical y beligerante, que culminó en los ataques del 7 de octubre en suelo israelí.
Para analistas, Hamás perdió su ala más moderada con la muerte de Haniyeh. Él había liderado en los últimos meses las negociaciones indirectas del grupo con Israel para un alto al fuego, condición que definió como fundamental para liberar a los rehenes. Pero era claro que el principal escollo para lograr un pacto de tregua había sido precisamente Sinwar y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quienes elevaban las condiciones cada vez que un acuerdo estaba cerca.
"Sinwar es el comandante en jefe: dirige los brazos militar y político" de Hamás, le contó a la agencia AFP un alto cargo del movimiento, organización que surgió coincidiendo con la primera Intifada, el levantamiento palestino de 1987 que estuvo marcado por protestas multitudinarias contra la ocupación israelí.
Sinwar, a quien no se le ha visto en público desde hace un año pues se supone que sigue escondido en los túneles de Gaza, "interactúa directamente con la oficina política y el mando militar", añadió el alto cargo de Hamás bajo condición de anonimato. "Hay un equipo dedicado a su seguridad, al ser el blanco número uno del enemigo", Israel, contó.
Sinwar es el comandante en jefe: dirige los brazos militar y político
El ataque de Hamás el 7 de octubre fue "un fracaso de seguridad, militar y político" para Israel. "Cree saberlo todo, pero (...) el enemigo no vio nada", señala una fuente de las brigadas Al Qasam, el brazo armado de Hamás, hoy liderado por Mohamed Deif, cuya muerte Israel ha anunciado en varias ocasiones, la última en agosto, pero de la que no se tiene certeza.
Pero desde entonces, reconoció otro alto cargo en entrevista con la AFP bajo condición de anonimato, "varios miles de combatientes de Hamás y otros grupos de la resistencia (palestina) murieron en combate".
Para Luisa Lozano, directora del programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, "sin duda, la pérdida de ciertos líderes, y sobre todo cuando son reconocidos y cabezas importantes, sí es una baja importante en el aspecto moral. No obstante, como hemos visto en el pasado, Hamás, al ser una organización en red, puede reemplazar rápidamente esos liderazgos".
A esa visión se suma Bruce Hoffman, investigador en el Council on Foreign Relations (CFR), quien considera que "Hamás ha sufrido un duro golpe, pero no aplastante, como resultado de las operaciones militares de Israel en Gaza".
Funcionarios estadounidenses creen que Hamás tiene actualmente entre 9.000 y 12.000 combatientes, aproximadamente la mitad del número que tenía al comienzo de la guerra. Eso significa, según expertos como Hoffman, que el grupo palestino puede desplegar entre doce y quince batallones, un número considerablemente mayor que el puñado de batallones restantes que Israel dijo que tenía para justificar sus operaciones en curso en la ciudad de Rafah, en el sur de Gaza.
Hamás, que asegura no haber perdido más de seis mil hombres en el año de guerra, siempre ha propugnado por el uso de la violencia como medio para liberar a los territorios palestinos ocupados, y ha clamado por la aniquilación de Israel. Bajo esas ideas, la organización ha llevado a cabo atentados suicidas y durante años ha lanzado decenas de miles de cohetes, cada vez más poderosos, desde Gaza hacia Israel. También ha establecido una red de túneles que van desde Gaza hasta Egipto para el contrabando de armas, así como túneles de ataque que se adentran en territorio israelí.
Más allá de las acciones, expertos consideran poco probable erradicar al grupo islamista, como planea Israel con ayuda de Estados Unidos y sus otros aliados. "La sabiduría convencional dice que no se puede eliminar una idea, y Hamás es una idea", explica el exparlamentario israelí Michael Oren, quien también fue embajador de Israel en Estados Unidos entre 2009 y 2013.
Para él, las organizaciones como Hamás tienen la misma idea: "Son organizaciones yihadistas que buscan recrear el califato medieval en Oriente Medio y luego expandir ese imperio a nivel mundial. Puedes decir que vas a matar esa idea, pero matarla requeriría generaciones de reeducación de la juventud palestina, de la juventud de todo Oriente Medio y de muchos lugares del mundo. Pero, Israel no tiene más remedio que intentar degradar a Hamás".
Esas ideas se fortalecen con decisiones como la elección de Sinwar al mando del grupo, un cambio estratégico que muestra, según los analistas consultados, cómo la vertiente militar terminó por fagocitar a la política.
Actualmente, además de Sinwar, Hamás cuenta en su organización con otros líderes vivos claves, como Abdullah Barghouti, experto en explosivos y en la fabricación de detonadores y sustancias tóxicas, hoy encarcelado en Israel; Khaled Meshal, uno de los fundadores del movimiento y miembro de su buró político desde su creación, y Mahmoud al Zahar, miembro de la dirección política del movimiento y quien ocupó el cargo de ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno de Haniyeh.
La Autoridad Palestina y la disputa interna
Aunque son un mismo pueblo, los palestinos tienen diferentes gobiernos según el territorio en el que viven. El brazo político de Hamás ganó las elecciones parlamentarias de 2006, pero un año después empleó la fuerza para arrebatarle el control de Gaza a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), la entidad estatal dominada por el movimiento Fatah y reconocida internacionalmente como el gobierno civil en los territorios palestinos.
Así, desde 2007 y tras un conflicto armado entre las dos facciones y el fracaso de un intento de Gobierno de unidad, coexisten dos administraciones independientes y rivales políticamente: en una parte de Cisjordania gobierna la ANP, liderada por su presidente, Mahmud Abás, y en Gaza lo hace Hamás.
Las profundas tensiones entre Hamás -considerada la facción radical- y Fatah -la moderada- han persistido hasta la actualidad. Pese a que Hamás y Fatah persiguen el mismo objetivo de conseguir una sola nación palestina con plenos derechos, sus métodos para lograrlo difieren sustancialmente.
Fatah aboga por una solución pacífica con Israel. Sus líderes son defensores de la solución de los dos Estados y de los procesos de negociación. Pero no apoyan la lucha armada. Hamás, en cambio, descarta el camino de la negociación con Israel y aboga por la lucha armada como método de resistencia frente a la ocupación israelí de sus territorios. Uno de sus propósitos es la creación de un Estado palestino islámico que abarque toda la “Palestina histórica”, incluyendo el territorio donde ahora se encuentra Israel.
Un año después de la guerra, las instituciones del gobierno de Hamás están debilitadas y la mayoría de los edificios oficiales resultaron dañados o destruidos. En el enclave apenas quedan servicios: una quincena de hospitales y tribunales improvisados para actos oficiales. Según el politólogo Jamal al Fadi, el 7 de octubre fue "un suicidio político para Hamás".
A la fecha, más de 41.800 palestinos murieron desde el inicio de la ofensiva, en su mayoría mujeres y niños, según datos del Ministerio de Salud del Gobierno de Hamás, que la ONU considera fiables. El Gobierno gazatí también denuncia que el Ejército israelí ha matado a todos los miembros de 902 familias palestinas en el primer año de la guerra y que de otras 1.364 familias solo queda vivo un único miembro.
Hasta mediados de este año, la economía de Gaza se redujo a "menos de una sexta parte de su nivel de 2022", según la ONU, que estima que se necesitarán "décadas" para que el territorio vuelva a ser como antes de la guerra. En el enclave habitan unos 2,4 millones de gazatíes, dos tercios de los cuales ya eran pobres antes del conflicto, y actualmente casi todos son desplazados.
Hamás ha hecho malabarismos con dos identidades: el gobierno de Gaza y un grupo de resistencia dedicado a luchar contra Israel
No obstante, "una gran parte de la población sigue apoyando a la resistencia y su proyecto", estima Bassem Naim, dirigente de Hamás, radicado fuera de Gaza.
Al respecto, Daniel Byman, profesor de la Universidad de Georgetown y miembro senior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, explica que "Hamás ha hecho malabarismos con dos identidades: el gobierno de Gaza y un grupo de resistencia dedicado a luchar contra Israel. El éxito en cualquiera de las dos podría ganarse el apoyo de los palestinos comunes, convirtiendo a Hamás, y no a grupos laicos rivales como Fatah o la ANP, en el corazón del movimiento nacional palestino".
Y si bien su capacidad para gobernar Gaza es hoy inexistente, "Hamás se ha restablecido como el enemigo más odiado de Israel. Los líderes de Hamás probablemente creen que sus pérdidas en el lado gobernante valen la pena por el aumento de la credibilidad de la resistencia", considera Byman.
Por ahora, las encuestas favorecen a Hamás. Según la última encuesta del Centro Palestino de Investigación Política y Encuestas, publicada en junio, el 67 % de las personas encuestadas en todos los territorios palestinos -Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este- cree en una victoria de Hamás contra Israel. En Gaza solo lo piensa un 48 %.
Cuando se les preguntó a los encuestados quién preferirían que controle Gaza una vez termine la guerra, el 59 % optó por Hamás y el 24 % por la ANP. De ese 24 % menos de la mitad dijo querer a Abás al mando, y el resto se mostró a favor de un liderazgo alternativo de la ANP.
Lo que se evidencia, por lo pronto, es que los palestinos siguen enfrentando una crisis por el liderazgo político, ahora en medio de la guerra, y con el riesgo de convertir a Gaza en un territorio fallido sin un actor creíble que la gobierne.
Para analistas, la popularidad de Hamás se produce a expensas de la ANP. Luisa Lozano, de la Universidad de La Sabana, afirma que la entidad estatal del Fatah ha tenido "un alcance muy limitado en el conflicto", al tratarse de un actor "que siempre se ha apoyado en la diplomacia y que busca evitar una confrontación directa con Israel, lo cual no es popular entre los palestinos que ven atacado su territorio día a día y esperan respuestas".
En ese sentido, agrega Lozano, es evidente que "la diplomacia también ha fracasado" y la ANP tampoco ha conseguido la unidad del pueblo palestino. "La opinión predominante (entre los palestinos) es que Hamas ha demostrado que sí responde militarmente, mientras que la ANP no".
Daniel Byman menciona, además, que la propia ANP está en crisis. No solo porque "su apuesta por un proceso de paz para lograr un Estado palestino parece cada vez más delirante" sino porque desde hace años "se ve acosada por la disfunción, la corrupción y el autoritarismo, por lo que es profundamente impopular".
Los expertos consultados para este análisis coinciden en que Mahmud Abás, quien ha dirigido la ANP durante 20 años, no va a recuperar ese apoyo. De ahí que desde 2006 esa entidad estatal no haya celebrado elecciones, pues Abás teme salir derrotado en las urnas, un escenario muy probable.
"La expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania, los pogromos de los colonos allí y las incursiones regulares del ejército israelí han socavado aún más la credibilidad de la Autoridad Palestina, y muchos palestinos la ven como una sirvienta de la ocupación israelí. Abás no tiene un sucesor claro y es posible que el liderazgo palestino, más prooccidental, se divida cuando él ya no sea capaz de dirigir, en cuyo caso Hamás bien podría suplantar a la Autoridad Palestina en Cisjordania", explica Byman.
En contraste, Hamás ha recibido el respaldo a lo largo de los años de naciones árabes y musulmanas. De hecho, Irán le proporciona financiación, armas y entrenamiento a la organización. La muestra más reciente de esa alianza fue el ataque con misiles de Irán contra Israel el 1º. de octubre, en venganza, según Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, por la muerte de Haniyeh.
Es claro que Israel se ha comprometido a continuar con las operaciones militares en Gaza de manera indefinida hasta lograr su objetivo de eliminar por completo a Hamás. Pero analistas consideran que, en este punto, y pese a los impactos a su estructura en el último año, es ingenuo subestimar la fuerza de Hamás.
"Debido al elevado número de muertos y la extrema devastación provocada por la campaña israelí, Gaza estará llena de jóvenes furiosos y vengativos, maduros para ser reclutados por Hamás. Incluso si Hamás es derrotado militarmente, su teoría de resistencia –que la única manera de crear una Palestina libre es a través de la violencia– sigue siendo popular", apunta Daniel Byman.
WILLIAM MORENO HERNÁNDEZ
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO