Fútbol rico, fútbol pobre (Último tango, opinión)

hace 1 mes 24

Sin jugar bien, luciendo más hinchada que juego, haciendo lo mínimo, pero mínimo, River venció a Colo Colo 1 a 0 y pasó a las semifinales de la Libertadores. Antes habían igualado en Chile 1 a 1 y tampoco el equipo de Gallardo había mostrado nada. Esto motivó la reflexión de muchos neutrales, sin crítica, solo como amarga reflexión: “¡Qué fácil es la Copa ahora…!”. Efectivamente, antes había que ganar doce o trece batallas para alcanzar la gloria. Y tener un póker de ases. Ahora con un full alcanza. Y con dos pares también.

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Hacer un gol es virtualmente el pasaporte a la fase siguiente. Un golcito en dos partidos y ya. Lo mismo que Peñarol, le marcó uno a un Flamengo blandengue, lleno de nombres y con Tite en el banco, y está en semifinales también. Flamengo es el ejemplo perfecto de fútbol rico, fútbol pobre: un grupo de millonarios que juega con una languidez pavorosa. Peñarol no es superior futbolísticamente, aunque al menos tiene hambre y sed de triunfos.

Por su seguidilla de cinco títulos conquistados últimamente, se viralizó una frase: “Los brasileños juegan a otro deporte”. Falso: juegan a este mismo, y bastante feo, por cierto. También se dijo que “les va mal en selecciones y bien en clubes”. Lo primero es cierto, lo segundo es relativo: se debe al cada vez más declinante nivel del resto. Peñarol ha demostrado que solamente con actitud se les puede competir mano a mano. En esta Copa ha derrotado a Atlético Mineiro y a Flamengo teniendo un presupuesto veinte veces inferior. Y menos plantel.

Vaya por delante que River, aun sin mostrar nada, va invicto en la Copa, con 8 victorias y 2 empates, ha marcado 17 goles y recibido apenas 5. O sea, presenta una ficha impecable. Si lapidamos a River, qué queda para aquellos que fueron eliminados hace cuatro o cinco meses, en fase de grupos o antes incluso. No obstante, uno tiene la espartana pretensión de ver algo más de brillo, ver algo. Se le exige el doble por ser una camiseta gloriosa. No estamos viendo nada de fútbol. No es River solo, no es la Libertadores, es el fútbol mundial.

En estos cuartos de final de la Copa se marcaron 9 goles en 8 partidos, a un promedio de 1,1 gol por partido. Y no solo no hay goles, no hay situaciones de gol, no hay jugadas que generen exclamaciones o que levanten al público de su asiento. Todos sentaditos, quietitos… Se vuelven locos en la transmisión de la TV para encontrar la figura, para dar la jugada del partido. No hay. “¡Y ahora, los mejores momentos del primer tiempo…!”. Y repiten un centro que pasó de largo. Horrible lo que está pasando con el juego. Todo muy aburrido, sin ingenio, sin atrevimiento. Se cayó la estantería de golpe.

River recaudó más de 4 millones de dólares de taquilla al vender, como siempre, los 84.567 boletos puestos a la venta. Otro paradigma de fútbol rico, fútbol pobre. Peñarol también copó su estadio. Estamos asistiendo a un fútbol de hinchadas, no de equipos. De hinchadas y de resultados. “¿Cómo salió Botafogo? ¿Pasó por penales…?”. Bien, con eso alcanza, haber visto o no el partido da igual.

¿Cuál es la causa de tanto tedio futbolero…? Posiblemente la presión. El 100 % de los técnicos exige presión, presión, presión. Porque sabe que sin hostigar al rival no se puede ni entrar a la cancha. El resultado es que se anulan mutuamente con la misma fórmula. La prédica viene acompañada de “no perdamos la pelota”, lo cual genera que se hagan centenares de pases hacia atrás y poquísimos para adelante. Nadie arriesga porque quien pierde la bola lo puede pagar hasta con el puesto. 

También está el tópico de “defenderse con la pelota”, o sea la posesión para no ser atacado. ¡Guay del que se equivoque…! Entonces vemos montañas de toques laterales. Y aparte están los memes y las redes sociales para ridiculizar a quien cometa un error. Esto deriva en un exceso de cuidado. Cuando Ricardo Bochini era técnico, comenzaba como su sustituto con la camisa número 10 Daniel Garnero. Le dijo: “De cada cinco veces que encares en el área, en cuatro te la sacan, la perdés, se te va larga… pero en la quinta pasás y es gol”. Le estaba diciendo: arriesgá. Para eso es el 10. Para defender están en los demás. Es como cuando el periodismo le exigía a Messi el estúpido liderazgo de ir a pelear los premios con los dirigentes. Para eso están los troncos, él que lidere en el campo. Para eso es el 10. ¿Habrá algún entrenador que pida que arriesguen…?

Otro mal que aqueja al fútbol anida en inferiores. Los profesores se desgañitan gritando, desde afuera: “¡A un toque, a un toque, a un toque…!”. El resultado es que el chico no intenta nada con la pelota, ni la para, toca de primera. Esto cercena su libre albedrío, su inspiración, su gambeta. Si el muchacho intenta eludir un rival y la pierde, bueno, bueno… a ducharse.

Pero estamos ante un escenario curioso: pobreza de espectáculo, riqueza de negocio. Un futbolista que apenas destaque es un nuevo rico. Endrick lleva 26 goles entre Palmeiras, Real Madrid y Selección. Entre contrato y patrocinios ya gana más que el presidente de cualquier banco o empresa de Brasil. 

Endrick, delantero de Real Madrid.

Endrick, delantero de Real Madrid.

Foto:AFP

Esto provoca que cada vez se necesiten más y más recursos para pagarle a protagonistas que dan menos. Partidos insulsos con entradas carísimas, como se vio en la Copa América de Estados Unidos. La Federación Peruana acaba de anunciar los valores de las boletas para su juego de local ante Uruguay por la Eliminatoria. Van de 27 dólares la más barata a 216 la más cara, en un país donde el sueldo mínimo es de 277 dólares. Precios de Globetrotters para ver al colista de la clasificatoria, que no ganó ningún partido en ocho disputados. En sus últimos 11 cotejos oficiales, entre Eliminatoria y Copa América, Perú anotó 2 goles. Esto de exime de cualquier comentario adicional.

La Fifa está en un problema serio con su último invento: el Mundial de Clubes de 32 equipos, un monstruo de siete cabezas. Demandará un mes y 63 partidos en momentos en que los clubes y los futbolistas piden que ya no organicen nada más. ¡Basta de partidos…!, gritan. Pero la voracidad de Infantino es indetenible. La Gazzetta dello Sport informó el jueves que la Fifa enfrenta un drama: el martes último expiró el plazo para presentar ofertas por los derechos de televisación, pero nadie apareció. Ningún potencial comprador. El costo del torneo es de 2.000 millones de dólares, por ello Infantino esperaba vender la TV en 4.000 y ganar 2.000 para la Fifa. No hay interesados en este engendro en el que ni los clubes desean participar. Apple, que hizo un negoción con el arribo de Messi a Miami multiplicando varias veces su facturación, se avino a dialogar, dicen, sobre la base de 1.000 millones como dueño único del torneo. No hubo acuerdo, no le sirve a la Fifa. Pero es el único que mostró cierto interés y apenas faltan nueve meses. Infantino llamó a las televisoras del mundo a reunirse para tratar de convencer.

Carlo Ancelotti, un hábil declarante, dijo la semana pasada: “El jugador no tiene problemas en bajar salarios si se juega menos”. Una falacia, él mismo lo sabe, fue futbolista. El jugador no resigna un centavo, cobra hasta el saludo. Y sus estrafalarios contratos no bajarán, seguirán subiendo. Por lo que habrá que continuar inventando torneos y vendiendo derechos y entradas a precios ridículos. Para ver este fútbol dietético.

'Ultimo tango...

JORGE BARRAZA

Para EL TIEMPO

@JorgeBarrazaOK

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