LAS VEGAS — Incluso en sus últimos años, O.J. Simpson fue una especie de espectáculo.
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En su presencia, cabezas giraban y susurros se arremolinaban. No había ninguna nota sobre él que no mencionara los dos escalofriantes asesinatos.
Cuando se estableció en Las Vegas hace siete años, pareció apropiado que eligiera una ciudad de escape y segundos actos. Se convirtió en un hombre de mundo, conocido por llegar a un restaurante de carnes en un Bentley convertible, aparecer en fiestas lujosas y posar para selfies. Su estilo de vida era cómodo —y demasiado agradable para quienes creían que merecía pasar los días que le quedaban en prisión.
Pero hubo un elemento que lo hizo sentir aceptado en Las Vegas: un grupo de golfistas poco conocido llamado In the Cup.
Sus aproximadamente 40 miembros no son ni ricos ni poderosos. Juegan en campos públicos, no en lujosos clubes. La mayoría es de raza negra. Y a ninguno le importaba el pasado de Simpson.
“No es algo de lo que hayamos hablado”, dijo un miembro, Leroy Wordlaw, de 72 años, un infante de marina estadounidense retirado. “Este es un hombre que llegó a nosotros tal como es”.
Simpson a menudo describía sus planes con In the Cup como “pasarla con los hermanos”.
“Dijo, ‘Esto es justo lo que necesitaba, este club’”, recordó su amigo Trimain Dunn, de 58 años. “Gente con la que podría identificarse, sin juzgar”.
Simpson murió en abril a los 76 años.
Cuando fue absuelto de asesinato en 1995, la mayoría de los estadounidenses creyó que el asesino había sido puesto en libertad. Su juicio había ilustrado su historia de abuso conyugal y la forma en que las víctimas —su ex esposa, Nicole Brown Simpson, y el amigo de ella, Ronald L. Goldman— habían sido brutalmente apuñaladas.
Su agencia de talentos y representación rápidamente se distanciaron de él. Los vecinos dejaron claro que no era bienvenido.
Se volvió un paria aún mayor cuando en el 2007 él y un grupo de hombres irrumpieron en una habitación de hotel de Las Vegas en busca de lo que, según él, eran sus recuerdos personales. Fue declarado culpable de robo a mano armada y secuestro y enviado a una prisión rural en Nevada.
Cuando se le concedió la libertad condicional en el 2017, Simpson regresó a una ciudad que parecía no estar interesada en la condena.
Viviendo del Seguro Social y las pensiones de la Liga Nacional de Futbol y del Sindicato de Actores, finalmente se mudó a una comunidad cerrada y compartió casa con su hija mayor, Arnelle, mientras su hijo Justin vivía calle arriba. Adoraba a sus nietos, tenía novias y se movía con facilidad en público. Las solicitudes de autógrafos y selfies eran constantes.
En el otoño del 2018, Simpson llegó a In the Cup después de ser invitado por un miembro que había conocido en un bar de puros. Los miembros estaban cohibidos en un principio. Habían crecido idolatrándolo como atleta, y ahora estaba allí, riéndose y tratando de distraerlos mientras jugaban.
“Al principio fue como si todos en este club estuvieran absolutamente enamorados de él, como, ‘No puedo creer que O.J. esté jugando golf con nosotros’”, dijo Dunn, quien se retiró de la Marina de Estados Unidos y trabaja tiempo parcial en seguridad en el Estadio Allegiant, en Las Vegas.
Para los miembros de In the Cup, formado por un puñado de golfistas en el 2013, no era tema si Simpson “lo hizo”. Fue encontrado no culpable. A final de cuentas también cumplió condena en prisión. Eso era suficiente.
Simpson jugó por última vez con In the Cup en enero, aunque lo visitó unas semanas antes de su muerte. El cáncer de próstata le había robado las fuerzas y caminaba con bastón, pero tenía ánimo.
¿Merecía Simpson vivir su último capítulo con tanta libertad, riéndose en el green y tomando unas copas con amigos? Muchos dirían que no.
Las hermanas de Brown Simpson rehusaron ser entrevistadas, mientras que Fred Goldman, el padre de Goldman, no respondió a las solicitudes de comentarios.
Simpson evitó pagar a los familiares la mayor parte de la indemnización ordenada por un tribunal civil cuyo jurado lo declaró responsable de los asesinatos.
Muchos sienten que el reflector que Simpson amaba debería brillar sobre otra parte. Recientemente, una serie documental de televisión se centró en Brown Simpson. En el primer episodio, su hermana menor, Dominique Brown, dice que, tal vez después de 30 años, “ha llegado el momento de reavivar la llama de Nicole”.