'Estados Unidos es un país muy dividido y con un electorado polarizado, por lo que es muy difícil que haya una victoria decisiva de cualquiera de los dos bandos'

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Predecir el desenlace de las elecciones presidenciales en Estados Unidos le está costando trabajo aún a los más experimentados debido a que todas las encuestas apuntan a un empate técnico entre Kamala Harris y Donald Trump.

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En entrevista con este diario, Jeff Lane, experto en elecciones tras ser 15 años asesor del Legislativo y haber fungido como subsecretario de Energía, asegura que la definición de estos comicios, “literalmente, es un cara o sello”.

Con las horas contadas para las elecciones, EL TIEMPO analiza el panorama desde la perspectiva de Lane, hoy profesor de Gobierno en la American University, una de las más prestigiosas instituciones en Washington.

Según los sondeos, estamos ante una de las contiendas más reñidas de la historia moderna. ¿Cómo ve usted la contienda?

Se ve muy, muy reñida. Por supuesto, en Estados Unidos gana el que tenga más votos ante el Colegio Electoral, de ahí que la atención se centre en siete estados, que son los que definirán esta elección. Según los últimos sondeos, esta elección es una cuestión, literalmente, de un cara o sello.

Donald Trump y Kamala Harris

Donald Trump y Kamala Harris

Foto:EFE

¿Cómo se están inclinando esos estados bisagra sobre los candidatos?

Kamala Harris se centra más en Pensilvania, Wisconsin y Míchigan. Si gana esos estados, además de un distrito del Congreso en Nebraska que se espera que gane, alcanzaría los 270 votos que se requieren ante el Colegio Electoral para ser presidenta. Trump se ve un poco más fuerte en Georgia, Carolina del Norte, y Arizona. Pero, cada uno de esos estados tiene una composición demográfica diferente y, por lo tanto, cada candidato se enfrenta a retos diferentes a la hora de atraer a los votantes. En definitiva, cualquier cosa podría pasar.

¿Por qué cree que está tan reñida la contienda?

Jeff Lane, profesor de Gobierno en la American University.

Jeff Lane, profesor de Gobierno en la American University.

Foto:American University

Diría que, en general, en Estados Unidos nuestras elecciones presidenciales siempre son reñidas. No hemos tenido una elección aplastante desde finales de los años 80. Las últimas elecciones, pese a que Joe Biden ganó el voto popular por 8 millones, en los estados indecisos las diferencias fueron mínimas. En Wisconsin fueron solo 20.000 votos y en Georgia 11.000. Y no espero que esta sea diferente. También está el factor añadido de la muy inusual situación que provocó el retiro de Biden en julio. Harris solo ha tenido 100 días para montar la campaña y eso pesa.

De todas maneras, este es un país muy dividido con un electorado polarizado por lo que es muy difícil que haya una victoria decisiva de cualquiera de los dos bandos.

¿Cuáles cree que serán los temas decisivos en estas elecciones?  

La administración Biden y Kamala Harris, que es la vicepresidenta, son más vulnerables en las cuestiones económicas. La inflación, que ha sido un problema mundial después de la pandemia del covid-19, ha sido el tema más difícil de tratar porque es un hecho que afecta la vida de los estadounidenses porque, pese a que el crecimiento económico ha sido fuerte, el desempleo es bajo. Pero, creo que la gente siente más el problema de la inflación. Vas al supermercado, compras gasolina, y sigues viendo precios altos.

Pero, Trump se ha enfocado en temas más migratorios... 

Creo que eso es interesante, aunque ciertamente habla de la inflación, ha tendido a centrarse en el tema de la inmigración y temas culturales que resuenan en la base, pero no necesariamente en la mayoría. Si nos fijamos en las encuestas, la mayoría de la gente confía más en Trump que en Harris en temas económicos, pesa a que esa ventaja se ha ido reduciendo.

¿Y Harris?

Por el lado de Harris han sido los derechos reproductivos, la cuestión del aborto, además de las preocupaciones sobre nuestra democracia y el carácter de Trump. La vicepresidenta se ha concentrado en recordarle a la gente los disturbios y la insurrección del 6 de enero (del 2021) y los temores por lo que haría su rival en una segunda administración.

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Económicamente, Estados Unidos reporta buenos números: ha tenido un crecimiento del 2,8 por ciento en el último trimestre, precios bajos de la gasolina, un índice de desempleo del 4 por ciento y sostiene un mercado de valores fuerte. Sin embargo, la mayoría dice que las cosas no van por buen camino. ¿Por qué cree que es esta la percepción?

Es una gran pregunta y muy difícil de explicar. Creo que este tipo de resultados toman tiempo en reflejarse en el día a día. Es decir, la inflación es más visible e inmediata para la gente. Creo que esto está cambiando un poco. Esta semana el índice del consumidor, la confianza de la gente en la economía mejoró. Pero, nadie sabe si será suficiente para cambiar el curso de las elecciones. La inflación tras la pandemia fue un shock para un sistema que venía viviendo bajo tasas y le ha sido muy difícil a la administración actual explicar la situación.

¿Qué cree que explica la resiliencia de Donald Trump aun siendo protagonista de sendos escándalos?

Trump ha aprovechado esa división cultural y se beneficia de la polarización. Las condenas en su contra antes lo ayudan

En parte se debe a la polarización. Los votantes se identifican con un partido y están acostumbrados a votar por el mismo tanto a nivel presidencial como legislativo. Ha sido la historia de las tres últimas décadas. Y eso forma una base. Esa base se ha expandido porque en ellos resuena el desafío de Trump a las élites, con las que se asocia más al Partido Demócrata. Creo que hay una afinidad cultural con él. Ataca, por ejemplo, las políticas de diversidad, equidad e inclusión, la cultura woke, el llamado liberalismo y el progresismo. Trump ha aprovechado esa división cultural y se beneficia de la polarización. Las condenas en su contra antes lo ayudan, pues se presenta como un perseguido del establecimiento. Pase lo que pase, va a obtener por lo menos entre el 45 y 47 por ciento de los votos. Eso lo dice todo. La pregunta es si Harris puede ganar ese cinco por ciento de indecisos en los estados en disputa.

Volviendo a las encuestas, lo que estamos viendo es una carrera muy apretada. Sin embargo, pese a esos números, los demócratas parecen en pánico mientras que los republicanos hablan de una barrida. ¿Emana ese sentir de los resultados del 2016 y 2020, cuando las encuestas subestimaron a Trump?

Creo que es una interesante diferencia de filosofía. Los demócratas tienden a estar un poco más nerviosos con estas cosas. Es la naturaleza del partido. Pero, creo que la campaña de Harris está muy enfocada en mantener a la gente con energía y haciendo las cosas que pueden hacer la diferencia. Y creo que en eso tienen una ventaja: mejor infraestructura, pero no quieren que la gente se confíe y no vote. La estrategia de los republicanos es diferente. A pesar de lo que dicen las encuestas (empate técnico) proyectan confianza de que van a ganar para poder disputar las elecciones y si pierden invocar un fraude, que es la misma narrativa del 2020. Si las cosas llegan a las cortes, es más probable que su público los respalde en la impugnación si sienten que los robaron. Aquí nadie va a ganar por goleada, pero parecen vender esa idea para elevar la legitimidad de un fraude en caso de ser derrotados.

Donald Trump en un acto de campaña en Warren, Michigan.

Donald Trump en un acto de campaña en Warren, Michigan.

Foto:AFP

En cualquier caso, se ven dos modelos de país muy distintos dependiendo de quién gane. ¿Qué podemos esperar de una administración Trump?

En principio, Trump mantendrá el enfoque estándar de los republicanos, que es hacia la desregulación, recorte en gastos e impuestos, un enfoque más conservador en cuanto a derechos reproductivos y temas sociales. Uno de los desafíos con Trump es que no sabemos con quién se va a rodear en un segundo gobierno. En su primer periodo nombró gente que lo frenó en algunas políticas, pero esa gente ya no está. También habla de imponer aranceles a las importaciones, que podría hacer por decreto, y que tendría un impacto fuerte en la economía. En su agenda está la deportación de millones de indocumentados. Nadie sabe cómo haría eso, cuánto costaría o si emplearía al ejército. Pero, hay temor del impacto económico que eso tenga pues son personas que trabajan en el país, pagan impuestos.

¿Y con Harris?

Creo que Harris se ha movido hacia una posición un poco más conservadora en temas de migración, pero no a ese nivel. En lo económico, la vicepresidenta habla de una economía de oportunidad concentrada en dar un crédito fiscal a las personas que tienen hijos, a los que compran vivienda por primera vez y concentrar esfuerzos para ayudar a las personas de ingresos medios y bajos.

¿Qué decir de lo que se esperaría en el plano internacional?

En cuanto a la seguridad nacional y relaciones exteriores, Trump ha indicado que sería aislacionista, amenaza con salir de la Otán y ha dicho, sin decir cómo, que acabaría la guerra en Ucrania. Hay que ver qué de eso realmente haría. Harris, creo, continuaría con el enfoque de Biden, que es apoyar a Ucrania, apoyar a Israel, pero pidiendo mesura y ayuda humanitaria en Gaza. Sería más internacionalista en ese sentido.

Kamala Harris en un acto de campaña en las Vegas, Nevada.

Kamala Harris en un acto de campaña en las Vegas, Nevada.

Foto:Getty Images via AFP

¿Qué tanto le preocupa que estemos caminando hacia un escenario como el que se vivió en 2020, cuando Trump perdió, pero no reconoció los resultados y se desató caos y violencia en el país?

Son preocupantes las acusaciones de fraude cuando eso no se ha demostrado. En 2020, a pesar de ellas, fue claro que fueron elecciones legítimas y todas las cortes desecharon las demandas, incluidos los mismos funcionarios de Trump. Y en estas tampoco habrá fraude alguno. Lo que sí se espera es que si Trump va perdiendo dirán que hubo fraude generalizado. De hecho, ya han comenzado a presentar demandas judiciales en los estados disputados. Creo que, ciertamente, habrá mucho drama en torno a eso. Tengo confianza en que nuestro sistema judicial, una vez se revise que no hubo fraude, resista. Y también creo que los demócratas están preparados desde hace años para lidiar con eso. Además, se han aprobado nuevas salvaguardas para evitar lo del 2020, aunque eso no significa que no va a ser dramático ni angustioso. Sobre todo, para los que les preocupa la integridad de nuestras elecciones y el futuro de la democracia. Pero, al final, las cortes y el sistema sabrán lidiar con el desafío. No tengo duda de que en enero se posesionará el ganador, sea quien sea.

SERGIO GÓMEZ MASERI - Corresponsal de EL TIEMPO - Washington

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