Caracol estrenó una vaina con un nombre desabrido y brocha como Escupiré sobre sus tumbas. Este título ya nos habla de desprecio, odio, insulto. Parece que habrá venganza, amor impostor, romance policial. Y todo para hacer justicia por mano propia.
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Un buena gente y afro es asesinado, su hermano blanco y vago cambia de identidad y se hace otro hombre para hacer justicia. Él infiltra a la familia Obregón y la alta sociedad caribeña para hacer justicia-venganza con mucho placer y rabia.
¿Le suena conocida? Si, es la historia de Los Miserables de Víctor Hugo publicada en 1862. Una historia entre el bien y el mal, donde la ley y la ética triunfan. Un relato donde todo vale para hacer justicia-venganza. Su estrategia de investigación y reparación es hacerse el objeto de deseo de sus enemigos.
Caracol dice que es basada en “Escupiré sobre vuestra tumba” del escritor francés Boris Vian, publicada en 1947. Esta obra literaria tiene de especial el racismo. En la telenovela, al protagonista afro lo mataron en el primer capítulo. Y luego, poco más. Retoma y expande el contexto de los new rich, drogas, alcohol y sexo. Pero todo en modo siglo XXI: euforia infinita, conversa insulsa y reggaetón.
Los bellos son extranjeros como la bella puertorriqueña Essined Aponte, la protagonista de la ley. La bonita ecuatoriana María Elisa Camargo quien será la clave del misterio. Y el español Cristian Gamero quien es el hermano del joven asesinado que asume otra identidad para hacer posible la justicia. El protagonista está muy guapo, pero su modo de actuar es el repetir frases sin ton ni son.
Los malos son los colombianos. Y ahí la historia fracasa ya que no tienen la fuerza y poder que deben tener los villanos. Los jovenzuelos son terribles, desangelados y mal actuados. Intentan una clase que no convence.
La historia se hace en formato de pantalla fragmento y usos de mensajes de texto en celular para darle un ritmo actual. Pirotecnia visual que aporta poco o nada a la historia. La belleza de Cartagena y la fiesta le ponen onda y gozo, aunque de eso del caribe, su tono y estilo poco tenga.
El valor prometido es contar el racismo, pero poco se ha visto. La estrategia del justiciero es ganarse el corazón de los poderosos y posibles criminales gracias a su belleza y sagacidad. Ya una vez ahí, hackearlos. Y eso lo logra el galán tan fácil que es poco verosímil.
La promesa moral de la justicia-venganza es desenmascarar a los reales enemigos sociales, esos asesinos de sueños que son los ricos que ganan dinero con el delito.
La historia no tiene nada especial. Tampoco desentona. No sorprende, tampoco aburre. Sirve como fácil compañía. Por ahora, escupirá en el rating.
Omar Rincón para EL TIEMPO