ZONA DE CONTROL CIVIL, Corea del Sur — Al padre de Cho Seong-hoan le gustaba decir que las abejas de su granja tenían suerte. A diferencia de los surcoreanos típicos, podían cruzar a Corea del Norte, como lo había hecho él antes de que la guerra dividiera la península.
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“También las envidio mucho”, dijo Cho, de 59 años, en la granja familiar de la que se hizo cargo cuando su padre murió en el 2022. Estaba sentado a menos de un kilómetro de la Zona Desmilitarizada, la franja de tierra de 250 kilómetros de largo que separa las Coreas y que está plagada de minas terrestres y sellada con vallas de alambre de cuchillas.
Cho es uno de las aproximadamente dos docenas de agricultores de abejas sudcoreanos que trabajan en un mosaico de 10 kilómetros de ancho de arrozales, bosques, cementerios y campos de tiro junto a la ZDC de 71 años. La zona se conoce como Zona de Control Civil y está fuertemente militarizada y cerrada a la mayoría de los civiles.
La labor no los ha enriquecido, pero la miel sabe deliciosa, gracias principalmente a la excepcional biodiversidad de la zona.
Algunos de los agricultores están motivados por algo que trasciende los negocios. En una tierra donde un armisticio de 1953 dividió a muchas familias coreanas durante generaciones, buscan cerrar los traumas de la guerra.
La aldea ancestral de Cho en la parte occidental de la zona fue evacuada durante la guerra y abandonada. “Hay mucha gente que aún extraña su pueblo natal”, afirmó.
Al padre de Cho se le permitió regresar a la zona para cultivar en la década de 1970. Otros apicultores han llegado más recientemente.
Uno de ellos, Park Jung-sun, dijo que se sintió atraído por la zona fronteriza porque su padre, que se mudó a Corea del Sur durante la guerra, nació en el Norte. Park, de 45 años, dijo que planeaba enterrar la mitad de las cenizas de su padre en la zona controlada. Está guardando la otra mitad para enterrarla en el pueblo natal de su padre si las dos Coreas alguna vez se unen de nuevo.
La zona fronteriza, a aproximadamente una hora en auto desde Seúl, no es un lugar normal para trabajar. Los agricultores ingresan vía un puesto de control militar junto al Río Imjin, donde presentan identificaciones especiales que les permiten trabajar en el interior.
Debido a que a muchas partes de la zona controlada y la ZDC se les ha permitido crecer naturalmente durante décadas, el área está repleta de flores que proporcionan una mezcla diversa de néctar y polen.
Cho dijo que su granja está lo suficientemente cerca de la ZDC de 4 kilómetros de ancho como para que sus abejas puedan volar fácilmente dentro —quizás hasta llegar a territorio norcoreano— varias veces al día.
Los apicultores en el área fronteriza representan una fracción de los casi 40 mil que hay en Corea del Sur, dijo Pak Se-yeong, quien mantiene colmenas en la zona controlada y es secretario general de una rama de la Asociación de Apicultura de Corea.
Cada año, Cho vende alrededor de mil litros de su Miel de Flores ZDC, que envasa en botellas de vidrio de medio litro que se venden al menudeo por alrededor de 33 dólares.
Cuando Cho heredó la granja, decidir mantenerla en funcionamiento fue una decisión fácil.
“La gente me decía: ‘Es demasiado difícil y te rendirás de inmediato’”, dijo. “Pero todavía estoy aquí”.