Un reciente estudio reveló una tendencia alarmante que está afectando la salud de los habitantes de Estados Unidos: el aumento del consumo de alcohol relacionado con el estrés de la pandemia de Covid-19 no disminuyó con el regreso a la normalidad.
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De acuerdo a un informe de Annals of Internal Medicine que recuperó CBS News, basada en datos del National Health Interview Survey entre 2018 y 2022, mostró que los patrones de consumo elevado de bebidas alcohólicas, que se dispararon durante la pandemia, persistieron en 2022.
El estudio, que analizó respuestas de más de 20.000 adultos anualmente y utilizó un muestreo complejo para ser representativo a nivel nacional, advierte que esta continuidad en el aumento de la ingesta de alcohol representa un problema de salud pública preocupante.
Según los autores, una de las causas probables de este fenómeno es la normalización del consumo excesivo como mecanismo de adaptación al estrés, además de la interrupción en el acceso a servicios médicos durante los momentos más difíciles de la pandemia.
El Dr. Divya Ayyala, del Hospital Universitario Thomas Jefferson, explicó al citado medio que han visto un incremento de pacientes con enfermedades graves derivadas del consumo de alcohol, como la enfermedad hepática severa. "Originalmente, el aumento en el consumo se debió al aislamiento social, la interrupción de las actividades diarias y la falta general de acceso a la atención médica y de salud mental durante un tiempo realmente estresante", indicó.
Según el especialista, las tendencias actuales indican que las personas pueden no saber dónde buscar ayuda o incluso no reconocer que necesitan apoyo para gestionar su consumo. Esta situación se convierte en un asunto crítico, ya que el alcohol es una de las principales causas de enfermedad y muerte en Estados Unidos.
Por qué es peligroso tomar alcohol en un avión, según Harvard
De la mano con la tendencia del aumento del consumo del alcohol en Estados Unidos, se advirtió sobre esta práctica común en muchos vuelos estadounidenses. Según el portal Harvard Health, incluso antes de tomar el primer sorbo de alcohol en un avión, el cuerpo ya experimenta cambios fisiológicos causados por la altitud. En comparación con el suelo, el aire en la cabina tiene una presión atmosférica considerablemente menor, lo que reduce la cantidad de oxígeno disponible.
Como resultado, el nivel de oxígeno en la sangre desciende de un rango normal de entre 96 por ciento y 100 por ciento a aproximadamente 90 por ciento o menos. Esta hipoxia relativa puede hacer que el cuerpo sea más sensible al alcohol, intensificando sus efectos.
El alcohol, que de por sí provoca desinhibición y afecta la coordinación motora, puede tener efectos más pronunciados en un entorno de baja presión, como el de un avión. La combinación de alcohol y la baja saturación de oxígeno en la cabina eleva el riesgo de caídas y accidentes durante el vuelo y puede reducir la capacidad de reacción ante emergencias.
Además, si se planea dormir en el avión, consumir alcohol puede ser contraproducente. Aunque inicialmente puede ayudar a conciliar el sueño, suele interrumpir los ciclos de sueño profundo y REM, resultando en un descanso de menor calidad. En vuelos largos, esto puede provocar fatiga y desorientación al llegar, afectando la capacidad para disfrutar del viaje.