Edgar Arias es uno de los periodistas más reconocidos del Valle del Cauca. Hace 33 años ingresó a Noti5, el espacio noticioso en el que se desempeñó como reportero, corresponsal, jefe de redacción y editor general hasta convertirse en director del noticiero semanal que se emite por Telepacífico.
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Gracias a la televisión ha cubierto las coyunturas más importantes de Colombia y el mundo, teniendo acceso a algunos de los personajes más representativos de la época. La entrevista es su formato predilecto. Lo seduce al punto de estudiar figuras de los ámbitos más variados y no permitir que se le escapen por más escurridizas que sean. “Cuando me dicen que no dan entrevista se me hace agua la boca”, señala.
Recientemente tomó la decisión de sacar sus grabaciones del cajón y transcribirlas, tal vez persuadido por una idea que Fernando Botero le dijo en 2013: “si uno pinta una obra y la guarda, no existe, porque tiene que existir en la mente del espectador”.
Arias acaba de publicar 'Tras el lente', el libro que reúne sus charlas con personajes de la política como Michelle Bachelet y Mariano Rajoy, y del deporte y artístico, Pelé, Falcao, Fernando Botero, Juana Acosta y Deepak Chopra, entre otros. El lanzamiento fue durante el Festival Internacional de Literatura Oiga Mire Lea.
En el prólogo de su libro, Claudia Palacios habla sobre el privilegio de ser periodista, ¿cómo percibe eso?
Es un plus tener a personajes de talla nacional e internacional frente a frente. Por eso hay que prepararse para para asumir ese reto. Porque es una oportunidad única y eso hay que aprovecharlo. Y para aprovecharlo uno debe prepararse. Siempre me preocupé porque estas personas se sintieran, no solamente a gusto, sino que tuvieran el tiempo y la soltura para contar su perfil y su caracterización humana.
Esa parte humana se convierte en foco de sus entrevistas, ¿por qué?
La parte humana pasa a ser principal porque la gente no conoce qué hay detrás de esa cara, detrás de ese cuerpo, detrás de ese personaje. Siempre me preocupé por investigar de fondo a las personas para que se sintieran a gusto. Y así sigue pasando. Es decir, cuando abordó a un personaje él se da cuenta que yo lo conozco muy bien y poco a poco se va pasando, no de una pregunta capciosa, no de una pregunta atropellada, a un momento en el que esa persona está cómoda y en esa instancia se puede llegar a temas mucho más profundos sin violar la privacidad de esa persona. Hace poco entrevistaba a Gilberto Santa Rosa y el tipo me decía que me le había metido al rancho porque sabía cosas de él que nadie conocía, como que había empezado su carrera haciendo imitaciones. Pero eso yo lo había averiguado mucho tiempo atrás cuando entrevisté a Víctor Manuelle y me contó la anécdota.
¿Cómo investiga a personajes que destacan en ámbitos tan diferentes?
A veces los periodistas estamos muy metidos en los temas de los grupos de periodistas. Porque pasa que hay un incendio forestal, han matado a alguien, hay una marcha o hay posibilidades de racionamiento y eso es importante, pero creo que hemos perdido mucho esa esencia de conocer a esos personajes para poder abordarlos. En este sentido, no fue en vano que leí 5 o 6 libros del maestro Botero y de Deepak Chopra para poder entrevistarlos. No es la pregunta que todo el mundo hace: ¿cómo se siente?, y ¿cuál es el próximo paso?, y ¿cuál es el propósito…? Creo que al entrevistado la pregunta abierta le genera ya desconfianza porque es más de lo mismo.
Cuando tiene tan estudiado a un personaje, ¿cómo decide entre lo que usted quiere preguntar y lo que deberían saber las audiencias?
No es bueno tener las entrevistas tan libreteadas. Uno suele caer en ese error en las primeras entrevistas que hace porque tiene 20 minutos y tiene que tocar esos temas que preparó. Pero al tener mayor cancha uno analiza lo que le están contando para hacer más ser más rica la conversación y ya sabe que al lector o al televidente le va a interesar y eso. Hay que saber escuchar para hacer una buena entrevista.
¿Cuándo se equivoca un periodista haciendo una entrevista?
Nos equivocamos como periodistas cuando creemos que vamos a corchar y que le vamos a preguntar al personaje eso que lo va a hacer quedar mal. Cuando pensamos que nos vamos a imponer y tener el asiento más arriba que el entrevistado. Ahí perdemos porque realmente la gente quiere escuchar a ese personaje. Uno tiene que ser la herramienta y el vehículo para llevarlo a decir lo que el lector quiere conocer. ¿Por qué Falcao fue goleador?, ¿por qué Orlando Duque se tiró desde 18, 25, 30 metros de altura y a qué le tiene miedo? Conocer que ese hombre se tira desde 30 metros al agua pero les tiene miedo a las arañas…
Usted pasó una velada con Botero en Toscana (Italia) y cuando llevaban dos vinos usted todavía no sabía si iba a poder entrevistarlo, ¿qué pensaba en ese momento?
Yo tenía definida la atención pero no la entrevista. Sophia (Vari), su esposa, me dice: “ojo que él se toma el tercer vino y ya se dedica a hablar de sus temas, entonces tiene que concretar la entrevista”. Obviamente yo estaba más pendiente que nadie de que él se tomara su segundo vino y le dije con mucha pena que había volado hasta Italia para poder entrevistarlo. Me dijo que tenía sesenta minutos y ahí es cuando le digo que un artista consagrado como él lo tiene todo planeado y su respuesta fue: “te equivocas. Yo apenas estoy aprendiendo a pintar a los 82 años”.
En el libro menciona que algunos entrevistados pueden ser ajenos a los lectores más jóvenes; sin embargo, muchas figuras permanecen en la memoria por trabajos como este, ¿a quién conoció gracias a las entrevistas?
Claro, eso lo logran trabajos así. A mi me pasaba con Gabriel García Márquez, a quién nunca pude entrevistar, y así averigüé cosas sobre cómo se movía, cómo hablaba, cual era su reacción cuando lo tachaban por su ideología… Entonces de alguna forma las entrevistas inmortalizan a las personas. En algún momento pensé dejar por fuera del libro a las personas que habían fallecido creyendo que no tenía trascendencia, pero luego pensé que era todo lo contrario, porque así se pueden conocer estas personas.
Este libro tiene la particularidad de incluir notas y en muchos casos, la historia de cómo se consiguieron las entrevistas, ¿siempre lo tuvo en mente de esa manera?
Estaba planeado. Había que hacer algo más con esas entrevistas, porque la televisión es solamente un medio de comunicación y a veces el tiempo no es tan generoso con ese formato como con un libro o como publicarlo en una revista. Pensé en no ser egoísta porque el único sitio para guardar las cosas es el baúl o el nochero y de pronto muchos estudiantes de periodismo van a encontrar aquí una herramienta.
¿Hubo alguna entrevista que no pudo incluir en el libro?
Pasa que se aplazó la visita de uno de los sobrevivientes del accidente de los Andes, que inspiró la película de ‘La sociedad de la nieve’, es algo del calendario. Lo mismo Gilberto Santa Rosa, pero lo entrevisté hace quince días. Siempre va a haber una próxima entrevista pero tenía que sacar el libro y creo que la selección es variada y estoy satisfecho.
Con todos los cambios que está teniendo el periodismo hacia el formato digital usted decide apostar por un libro de entrevistas, ¿por qué?
La oportunidad está ahí y la competencia es con contenidos. Esta muy bien sacar el titular, pensar en los ‘likes’, en los seguidores, pero creo que la competencia, más temprano que tarde, va a ser con contenidos. Porque la premura digital nos está llevando a que la gente solamente tenga atención para nuestros textos de tres o cuatro minutos y creo que al final va a primar el ingrediente fundamental del texto completo. Cuando hay información y contexto, la gente va a buscar allí y va a volver a leer.
JUAN JOSÉ RÍOS ARBELÁEZ
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO