El mundo fantástico de Bruno Puelles: el autor español desvela cómo escribe sus historias

hace 6 horas 18

Bruno Puelles es un autor versátil: cultiva la ciencia ficción, la fantasía, el terror, la narrativa y la literatura juvenil e infantil. “Creo que lo que me hace cambiar tanto de género al escribir es que, como lector, también salto mucho de género”, confesó en diálogo con EL TIEMPO este narrador español.

Puelles nació en Canarias, pero ha vivido toda su vida en Madrid. Su pasión por la escritura despertó gracias a su madre, quien le leía e inventaba cuentos. Durante su carrera, el escritor ha sido ganador del Premio Kelvin 2023 a mejor novela juvenil en castellano y finalista del Premio Minotauro 2020, entre otros. 

Por primera vez visitó Colombia para presentar sus más recientes obras literarias en la Feria del Libro 2025, en Bogotá: Las tres despedidas de Georg Kahn, La ciudad de los mil ojos y Lo frágil y lo eterno, publicadas por Ediciones Urano.

¿Cómo decide en qué género escribir una historia? ¿Es una elección consciente desde el inicio?

Creo que cambio tanto de género al escribir porque, como lector, también salto entre géneros. Hay quienes leen solo ciencia ficción o solo romántica, pero ese no es mi caso. No voy a ser experto en ninguno, porque me leeré cualquier libro que caiga en mis manos si la premisa me interesa o me gusta quien lo escribe. Eso también hace que las ideas que se me ocurren no se ciñan a un solo género. En muchas ocasiones, simplemente aparece una idea que ya viene con tintes de ciencia ficción o fantasía.

Bruno Puelles en la Feria del Libro 2025

Bruno Puelles en la Feria del Libro 2025 Foto:Cortesía

¿Cuál fue su primer libro que se publicó con una editorial?

'Nistagmo' es una novelita corta de ciencia ficción que se lee en una hora. Tiene un aire a Black Mirror: una historia inquietante ambientada en un futuro relativamente cercano, que resulta perturbadora porque parece plausible. La trama gira en torno a un mundo en el que existe un fármaco capaz de eliminar la necesidad de dormir, permitiéndote ganar ocho horas más cada día. Algo que podría sonar genial... o no tanto.

¿Cómo cambia su proceso creativo dependiendo del género en el que está trabajando?

No es un cambio consciente para mí. Al final, se trata de contar historias, algo que también experimento en el teatro, donde he trabajado durante muchos años. Ya sea en escena, con acciones, con palabras, con la voz o con la palabra escrita, siempre estoy contando una historia. Es cierto que hay diferencias en cómo se cuentan –el ritmo, las técnicas, el enfoque–, pero en esencia el corazón del proceso es el mismo: narrar.

¿Qué lo inspira?

La inspiración puede venir de cualquier parte: libros, películas, viajes, experiencias personales. Viajar, en especial, me da muchas ideas. La ciudad de los mil ojos nació tras visitar Venecia; Las tres despedidas de Georg Kahn, de un viaje a Viena. Esas vivencias, los museos, las historias grandes y pequeñas, se convierten en piezas de un rompecabezas que luego transformo en ficción. Pero más allá de la inspiración, valoro la técnica: saber contar. Y eso se aprende leyendo mucho. Es casi imposible escribir bien sin leer.

Convertirse en escritor fue algo que le causó dificultad. ¿Cómo fue ese proceso?

Convertirse en escritor no fue difícil en cuanto a escribir, porque siempre me salió de forma natural. Desde pequeño mi madre me contaba cuentos y crecí rodeado de libros, así que escribir ha sido parte de mí desde siempre. Incluso si nunca hubiese publicado, creo que habría seguido escribiendo igual.

Lo realmente complicado fue publicar. Al principio fue muy frustrante: enviaba manuscritos, me presentaba a concursos, escribía a editoriales... y todo parecía puertas cerradas. Muchos escritores lo viven así: como una carrera de fondo en la que cuesta meter el pie.

Mi consejo es no rendirse. También hay que entender que muchas de las cosas que escribimos al principio son prácticas. Nadie espera que un pintor pinte una obra maestra en su primer intento, pero con los escritores parece que sí. Yo he publicado unas diez obras, pero antes escribí treinta o cuarenta. Muchas de esas primeras no eran publicables, y está bien que así sea: fueron parte del aprendizaje.

Lo importante es seguir intentándolo. Que algo no se haya publicado no significa que no valga la pena.

¿Cómo nació la idea de Las tres despedidas de Georg Kahn? ¿Qué fue lo que encendió la chispa inicial?

La idea surgió tras publicar La ciudad de los mil ojos, ambientada en una Venecia fantástica. Mi editor me pidió una nueva historia con el mismo concepto: una ciudad icónica, un momento histórico clave y un elemento fantástico. Elegí Viena en la belle époque, con cafés llenos de artistas y escritores. Leyendo diarios de la época, como los de Stefan Zweig, decidí que los protagonistas serían escritores. El elemento fantástico vino al imaginar una minoría secreta de personas con habilidades especiales, marginadas por el Imperio austrohúngaro. Así nació Georg Kahn, un “monstruo” con poderes, y Hugo, un joven que quiere ser escritor y acercarse a él, sin saber su secreto.

¿Qué representa para usted esa idea de una metrópoli vigilante, como en La ciudad de los mil ojos?

La inspiración nació una noche en Venecia, al ver las escaleras que bajan al agua. Pensé que en esa oscuridad podía ocultarse cualquier cosa… y que esas escaleras quizás eran para que algo saliera de allí. De ahí surgió la idea de los demonios de agua. Luego volví a Venecia en invierno, una ciudad neblinosa, silenciosa, casi fantasmal, ideal para una historia fantástica. Me empapé de su historia, mitología y atmósfera, y eso dio forma a la novela.

CAMILO PEÑA CASTAÑEDA - EDITOR CULTURA

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