El migrante originario de Camboya que creó el whisky con mantequilla de maní en honor a sus abuelos

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Elaborar una bebida puede parecer una tarea asociada únicamente a la creatividad y el negocio, pero para Steven Yeng, la creación de su whisky Skrewball tiene raíces profundas en una historia de dolor y superación. 

Este emprendedor, nacido en una choza en Camboya, utilizó mantequilla de maní como ingrediente principal para rendir homenaje a sus abuelos, quienes fueron asesinados durante el genocidio de los años 70 en su país.

Un whisky con historia y homenaje

El whisky Skrewball no es solo una mezcla innovadora de whisky, mantequilla de maní y azúcar de caña natural, sino un tributo a las vidas de sus abuelos y un recordatorio de la tragedia que marcó su vida. “En ese momento en Camboya, si eras una oveja negra, por desgracia, esa era tu sentencia de muerte. En menos de cuatro años, murieron millones de personas incluyendo mis abuelos”, relata Yeng.

“Mis padres quedaron huérfanos después de eso, y se vieron obligados a trabajar alrededor de 22 horas al día para poder ganar una porción de arroz. Así que esta botella, esto que he traído a República Dominicana, es un homenaje a mis abuelos”, explica con orgullo, reconociendo que la bebida representa no solo su historia, sino también su resiliencia.

Una infancia marcada por tragedias

La vida de Yeng no ha estado exenta de desafíos. A los pocos años, contrajo polio, lo que dejó su pierna derecha permanentemente paralizada. “Yo sufrí de polio, así que mi pierna derecha quedó permanentemente paralizada cuando tenía un año de edad. Lo que nuestro dictador hizo fue que asesinó a todos los médicos y a todas las enfermeras de nuestro país, así que no había vacunas, no había asistencia sanitaria de ningún tipo en el país, por eso, allá no había vacunas disponibles contra el polio”.

Para huir de la violencia, sus padres caminaron durante dos semanas para cruzar la frontera hacia Tailandia. “Teníamos que caminar y contratar un guía porque había minas terrestres por todas partes y era muy peligroso”. A pesar de los riesgos, lograron sobrevivir, aunque las dificultades no cesaron en los seis años que vivieron como refugiados. Finalmente, una familia en Estados Unidos les patrocinó, permitiéndoles emigrar con apenas unas bolsas de basura como pertenencias.

La inspiración detrás de Skrewball

Establecido en Estados Unidos, Yeng desarrolló un gusto particular por la mantequilla de maní. “Vivíamos dentro de un carro, y como la mantequilla de maní no necesita ser refrigerada, me enamoré de esto desde entonces”. En 2018, junto a su esposa, quien tiene una maestría en química, decidió incluir este ingrediente en una bebida alcohólica. 

“Viendo hacia atrás cuando estábamos pensando en el embotellado del producto, yo que amo a Jameson, tomé mantequilla de maní de verdad y lo puse en ese whisky”, cuenta.

El camino al éxito no fue fácil. Tras ser rechazados por posibles patrocinadores, Yeng y su esposa decidieron seguir adelante por su cuenta. “Nosotros venimos de unos comienzos muy humildes. En marzo del año 2020 teníamos unos 600,000 dólares. Mi esposa y yo nos miramos y dijimos si lo vamos a hacer, vamos a hacerlo en grande”, recuerda.

El esfuerzo rindió frutos rápidamente. En pocas horas después del lanzamiento de Skrewball, lograron vender las primeras cuatro cajas y recibieron pedidos para 15 más. Para 2019, alcanzaron la distribución nacional y, a pesar de la pandemia, lograron comercializar un millón de cajas.

Un mensaje de orgullo y solidaridad

Skrewball, cuyo nombre se asocia con lo excéntrico o peculiar, simboliza para Yeng algo mucho más profundo. “Nosotros creemos que una oveja negra no tiene por qué ocultarse, debes estar orgulloso de quien eres. Creemos que debes ser quien eres y no tener miedo a ser diferente. La vida es mejor cuando estás orgulloso de quién eres”, afirma.

Además de su éxito comercial, Yeng y su esposa buscan contribuir a causas sociales. En República Dominicana, donde presentó su producto por primera vez, planean donar un porcentaje de las ventas para ayudar a comunidades necesitadas. También han trabajado en proyectos como el Hospital Baylor en Ucrania, donde apoyan la fabricación de prótesis para víctimas de la guerra.

“Mucha gente cuando ve todo esto, piensa que fue una gran empresa que lo creó. En realidad, fuimos mi esposa y yo que lo hicimos”, señala con admiración hacia su compañera. 

“Nosotros no sólo queremos recibir de los dominicanos, sino que también queremos aportar al pueblo dominicano. Con nuestros asociados MGC y también Pernod Ricard queremos donar seis cifras de las ventas que obtengamos en este mercado para aquellos que tienen necesidades.

Tanto él como su esposa, han estado apasionados con un proyecto de Ucrania, que es el Hospital Baylor. “Nosotros conseguimos unas impresoras tridimensionales para hacer prótesis, y el dinero que donamos va a ayudar a crear 30,000 prótesis para las personas que han sido afectadas por la guerra”. Les conmueve la situación de ese país.

Listín Diario (República Dominicana) / GDA

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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de Listín Diario, y contó con la revisión de un periodista y un editor.

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