“Mi vida la tengo destrozada. Me dañaron la familia, era una niña que estaba empezando a vivir. A mí me provocaba era matarme cuando la vi en la camilla”, cuenta Jose Wilson Vargas, padre de Yeimis Daniela, recordando el momento cuando vio a su hija fallecida luego del desafortunado hecho presentado en la madrugada del sábado, 21 de septiembre.
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Desde su hogar en Cimitarra, Santander, y junto a Consuelo, la madre de crianza de la joven, relatan cómo fue la noche cuando todo sucedió. Para la familia Vargas, todo es confuso hasta el día de hoy y, desde ese fin de semana, comenzó una lucha por conocer la verdad.
Yeimis es recordada con amor por sus padres. En sus redes sociales la joven publicaba videos cantando canciones de todo tipo, una muestra de su alegría. Su padre la describe como una mujer colaboradora en el hogar, quien apenas terminó el colegio y este año aún no estudiaba.
“Mi hija terminó el bachillerato el año pasado, no pude ni ponerla a estudiar, se me derrumbó el mundo”, asegura con la voz quebrada su padre, quien trabaja en la industria frigorífica y apenas estaba reuniendo dinero para poder darle educación a su hija.
Cuando recuerdan la noche de su muerte, el silencio se apodera de ellos mientras toman fuerzas para intentar no culparse por lo sucedido. “La niña salió temprano de la casa, pero eso pasó en la madrugada. Nosotros no vimos nada”, dice Constanza con cierto desespero.
Según José Wilson, esa noche recibieron una llamada de una amiga de su hija en la cual, primero, les pedía su número de cédula sin decirle por qué. En ese momento no les mencionaron lo que había pasado. “A nosotros nos llamaron como a las 4:30 a. m. para la cédula y yo decía ‘pero para qué la cédula’. Al rato nos llamaron para contarnos y yo me puse los pantalones y salí. Cuando llegamos ya se la habían llevado en una ambulancia”.
Esos minutos fueron angustiosos para los padres: la incertidumbre dominó sus mentes. No sabían nada y nadie les contaba qué había pasado. Según los reportes y una conversación difundida en redes sociales, la fallecida se habría citado a una pelea entre las 3:30 y las 4 de la madrugada del sábado con Nicol Torres, una joven del mismo municipio con la que intercambiaron insultos.
Torres, en repetidas ocasiones, le manifestó a Yeimis que la fuera a buscar. “Nos tiramos es a matar”, se menciona en los audios a los cuales tuvo acceso este diario y son materia de investigación.
De acuerdo con las primeras versiones, tras el encuentro se desencadenó una violenta pelea. Yeimis recibió dos puñaladas en el abdomen que le causaron heridas graves que no pudieron atender en Cimitarra.
De allá, Yeimis tuvo que ser trasladada a Barrancabermeja para el tratamiento de las heridas, pero ya fue muy tarde cuando llegó al centro médico sin signos vitales. Sin embargo, sus padres declaran que la ambulancia tardó mucho en llevarla al primer centro asistencial. “Ellos anduvieron como veinte minutos y ella murió como ahogada en la sangre porque como que no le drenaron”, menciona José Wilson.
Consuelo recuerda que, en esa misma madrugada y luego de conocer lo que había sucedido con su hija, preguntó a una agente de policía por qué no habían aprehendido a la señalada agresora. “La Policía no nos ha ayudado. En esa madrugada nos encontramos dos policías y nos dijeron que no habían cogido a la responsable porque se les había pinchado la moto y se les voló”, asegura.
Unas horas después, el fallecimiento de Yeimis se le comunicó a sus padres quienes, desde entonces, quieren justicia por su hija. El cuerpo de la joven les fue entregado en la noche del mismo domingo para que adelantaran los trámites funerarios y poder darle el último adiós a su hija.
La pelea que cobró su vida tiene a toda la familia Vargas en un estado de shock constante. Incluso, declara Consuelo, que el día del funeral, su hija mayor, de 39 años, se enfermó por las fuertes emociones. “Mi otra hija tuvo que ir al hospital porque casi se muere de pánico”, asegura.
Yeimis fue enterrada el pasado lunes, 23 de septiembre, alrededor de las cinco de la tarde entre lágrimas de familiares que llegaron a despedirla de todo el país. “Yo sigo haciendo aseo porque vino todo el mundo”, declara su madre recordando lo querida que era su hija en la familia.
La búsqueda de la verdad: ‘No se sabe a quién creerle’
A unos días de su muerte, los padres de la fallecida denuncian un abandono de las autoridades a un caso que conmocionó a Colombia luego de conocerse los macabros detalles. Sin embargo, también dejan ver que quieren justicia para no dejar impune su muerte.
El caso, según les informó la Policía, está en poder de la Fiscalía en Barrancabermeja, pues allá terminó muriendo. Según la familia de Yeimis, a la pareja de su hija, quien la habría acompañado a la cita, se le recibió declaración. Pero hay otra testigo, que la habría llevado al hospital, a quien no le recibieron su testimonio. “Hablamos con un fiscal de acá, pero nos dice que el caso está en Barrancabermeja, que tenemos que buscar el lugar de las cámaras”, asegura su padre.
Según ellos, la Policía no recibió la declaración porque “el caso tienen que abrirlo allá(en Barrancabermeja)”. Además de esto, también están preocupados pues, alrededor de la muerte de su hija, hay varias versiones de lo que pasó. “Hay testigos, hay personas que dicen falsedades y ahí estamos como locos porque no se sabe a quién creerle”, adiciona Consuelo.
Ahora, entraron en una carrera por la verdad en la que ellos se tuvieron que convertir en detectives. “Nosotros mismos hemos tenido que recopilar la información de la muerte de mi hija”, dicen, y revela su madre que están intentando conseguir una grabación de cámaras de seguridad en el sector de Los Pinos que podría dar más claridad en el caso pero que, para esto, necesitan una orden judicial.
Continuar con la vida mientras piden justicia
Consuelo, José Wilson y sus otros dos hijos, a parte de su atareada vida trabajando, ahora están ansiosos de que se sepa la verdad. Ante esto, han evaluado incluso viajar a Barrancabermeja, en un trayecto de más o menos dos horas, para poder hablar con la Fiscalía y que les respondan sus preguntas.
Nicol, la presunta agresora, se entregó a las autoridades con una confesión, acompañada de un abogado. Sin embargo, en este caso no pudo ser capturada ya que no constituye flagrancia a pesar de la apertura de un caso judicial. Esto indigna a la familia Vargas, que desconfía de la justicia y se pregunta: “¿Cómo es posible que a una niña de 19 años la maten y no pase nada?”
Hoy, su familia está aprendiendo cómo dejar atrás el dolor de un duelo que viven cada día en carne propia cuando ven que su hija ya no está. “Yo quería morirme, verla como un bebé en ese ataúd”, lamenta su padre.
Su madre, por otra parte, intenta mostrarse más tranquila, pero el dolor se nota incluso en la respiración que toma antes de contestar cómo se siente al recordar a su hija. “Dentro de lo que cabe, estoy bien. Tengo dolor en el alma, pero ahí no hay nada más que hacer”.
La familia espera los trámites legales mientras siguen buscando pruebas que puedan acelerar el caso por el asesinato de su hija.
REDACCIÓN ÚLTIMAS NOTICIAS
SERGIO ANDRÉS GAMBOA MENDIVELSO