Itzik Horn, un argentino de 72 años que emigró a Israel hace más de veinte años, vive una tragedia que jamás imaginó en la tierra que eligió como su hogar.
Conforme a los criterios de
A pesar de haber sobrevivido tanto a la dictadura militar en Argentina como al atentado de la AMIA, hoy enfrenta una angustia diferente: la desaparición de sus dos hijos, secuestrados por Hamás el 7 de octubre del año pasado.
Un sábado oscuro
Ese día, como todo Israel, Horn dejó de sentirse seguro. Su hijo menor, Eitan, de 35 años, había viajado desde Kfar Saba al kibutz Nir Oz para pasar el fin de semana largo con su hermano mayor, Iair, de 45 años. Lo que debía ser un reencuentro familiar se convirtió en pesadilla cuando ambos fueron capturados durante el brutal ataque del grupo terrorista.
“¿Qué siento un año después? Impotencia, rabia y una extraña esperanza... No puedo creer que haya pasado tanto tiempo y que aún haya 101 rehenes en manos de Hamás”, lamenta Itzik, quien no oculta su frustración hacia el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Frustración ante la falta de acciones
A Horn le resulta incomprensible que, después de un año, “no pasa nada, no hay negociaciones”, mientras los rehenes siguen en cautiverio. Su enojo crece al ver cómo Netanyahu ha desviado la atención hacia otros frentes, como la respuesta a Irán. Para él, esto es parte de una estrategia política del mandatario. “Netanyahu quiere proteger su carrera a costa de nuestras familias”, denuncia, refiriéndose al conflicto en el norte de Israel y las tensiones con Irán.
Tel Aviv ha sido decorada con banderas amarillas y pancartas que exigen la liberación de los secuestrados, pero Itzik siente que el país está más dividido que nunca. “A veces nos gritan ‘traidores’ o ‘¡viva Bibi!’. Pero nosotros solo queremos que nos devuelvan a nuestros familiares, ¿cómo puede alguien pensar que esto es político?”, se pregunta, sorprendido por la polarización social.
Divisiones entre las familias de los rehenes
La comunidad de familias con seres queridos secuestrados también se encuentra dividida. Una pequeña parte apoya la respuesta militar del gobierno, pero la mayoría, como Horn, cree que “lo militar solo nos ha traído muertos y rehenes asesinados”. Él aboga por negociaciones, recordando cómo en noviembre pasado se logró la liberación de un centenar de rehenes mediante acuerdos diplomáticos.
A pesar de su profundo dolor, Itzik se aferra a la esperanza de que sus hijos sigan con vida, posiblemente cautivos en algún túnel de Gaza, junto al líder de Hamás, Yahya Sinwar. “Si no tengo esa esperanza, estoy liquidado. Es lo único que me mantiene de pie”, admite.
Ya había hablado con Itzik Horn, papá de los argentinos Eitan y Iair, aun secuestrados en Gaza, por zoom y por teléfono, en un tipo de entrevista difícil.
Al cumplirse un año del 7-10, finalmente pudimos vernos en Tel Aviv y pude darle un abrazo. Aquí su mensaje. En breve, nota pic.twitter.com/5TRoZbNQTK
Decisión de no participar en actos conmemorativos
Horn ha decidido no asistir a ningún evento en el primer aniversario de la tragedia del 7 de octubre. “No pienso participar en el acto del gobierno… ¿Qué tienen que conmemorar? Lo único que deberían hacer es declarar un día de duelo nacional, bajar la bandera y pedir perdón públicamente”, señala con firmeza. Tampoco se suma al acto alternativo, pues confiesa que no tiene fuerzas para participar en ninguna ceremonia.
Tras años de trabajo en la educación, Horn encuentra en las entrevistas una manera de sobrellevar el dolor y recordar al mundo la importancia de no olvidar a los secuestrados. Desde su camioneta, decorada con fotos de sus hijos y un mensaje que dice: “Iair y Eitan están en Gaza. ¿Y vos dónde estás para el Año Nuevo (judío)?”, Itzik sigue luchando por la liberación de sus seres queridos, con la esperanza de que algún día regresen a casa.
ELISABETTA PIQUÉ
La Nación (Argentina) / GDA
Más noticias en EL TIEMPO
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.