SAN MARCOS, Guatemala — El convoy partió antes del amanecer hacia las montañas cubiertas de niebla que se extienden a ambos lados de la frontera de Guatemala con México. Su misión: destruir las amapolas que se utilizan para fabricar heroína. Los casi 300 soldados y policías de unidades antinarcóticos de élite de la caravana escalaron laderas empinadas y vadearon arroyos. Pero después de recorrer pueblo tras pueblo, sólo encontraron pequeñas parcelas de amapola aquí y allá.
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“La tierra aquí solía estar cubierta de amapolas”, dijo Ludvin López, un comandante de policía, mientras los soldados se desplegaban alrededor de Ixchiguán, un área de aldeas remotas pobladas por hablantes de mam, una lengua maya. Pero eso fue antes de que los precios del opio cayeran de 2 mil 250 dólares el kilo a unos 340 dólares, añadió.
La búsqueda en gran medida infructuosa en marzo dejó al descubierto un gran cambio en el tráfico de drogas en Latinoamérica. En Estados Unidos, el mercado más grande de drogas ilícitas, el fentanilo, un opioide sintético, ha desplazado en gran medida a la heroína debido a lo fácil y barato que es para los cárteles mexicanos producirlo. El fentanilo es tan potente que puede pasarse de contrabando en pequeñas cantidades. Por ello, la demanda de amapolas se ha desplomado.
Las redadas de drogas a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México también muestran la disminución de la heroína. En el año fiscal 2023, la Oficina de Operaciones de Campo de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EU incautó 600 kilos de heroína, contra 2 mil 450 kilos en el 2021. Las incautaciones de fentanilo en el mismo periodo se duplicaron con creces, a 12 mil 250 kilos, contra unos 5 mil kilos.
Las autoridades de EU dicen que el apoyo estadounidense a los esfuerzos de erradicación de la amapola, aunque limitado, aún es necesario para contrarrestar el alcance de los cárteles mexicanos que producen heroína. Aún así, la máxima prioridad en Guatemala ahora es combatir las drogas sintéticas y la detección de químicos precursores utilizados para fabricar fentanilo, dijo un funcionario del Departamento de Estado de EU no autorizado a ser identificado.
Los soldados que avanzaban por las aldeas remotas machetearon las pocas plantas de amapola que encontraron. Como sus esfuerzos eran en su mayoría infructuosos, algunos intentaron difundir buena voluntad distribuyendo artículos de sus paquetes de alimentos; otros regalaron juguetes a los niños. Pero en una región pobre donde una planta de amapola madura vale 25 quetzales (alrededor de 3.20 dólares), algunos aldeanos estaban furiosos ante su presencia.
“Ya casi no nos quedan amapolas”, dijo Ana Leticia Morales, de 26 años, madre de dos hijos que habla mam y se gana la vida vendiendo gasolina de contrabando desde México. “Pero los soldados siguen viniendo, no para ayudarnos, sino para empeorar las cosas”.
Las tensiones en torno a los esfuerzos de erradicación han estallado durante décadas en Guatemala, el país más poblado de Centroamérica. La amapola, tradicionalmente cultivada en regiones desde Turquía hasta Pakistán, comenzó a aparecer hace décadas en Guatemala, así como en partes de México y Colombia. Los cárteles mexicanos dependían de los agricultores para cultivar amapolas y convertirlas en goma de opio, que los cárteles convertirían en heroína. Los erradicadores en Guatemala destruyeron alrededor de 814 hectáreas de amapola en el 2017, en comparación con sólo 3 en el 2023, muestran cifras del Gobierno.
“Es más fácil producir un opioide sintético en un laboratorio que depender de una planta cultivada en montañas remotas”, dijo Rigoberto Quemé, antropólogo de Guatemala. “Las autoridades están atacando el eslabón más débil de la cadena productiva”, añadió. “Pero en lugar de desaparecer, el tráfico de drogas sigue creciendo exponencialmente”.
Guatemala sigue siendo un nexo crucial para el contrabando de cocaína. También se está perfilando como un lugar donde se cultiva la coca, la planta utilizada para producir cocaína.
Bernardo Arévalo, el nuevo Presidente de Guatemala, está fortaleciendo los lazos con Estados Unidos en un intento por responder al comercio de fentanilo. Pero esos esfuerzos significan poco para los aldeanos que pierden sus ingresos de la amapola.
“Las amapolas solían ayudar a mucha gente a llegar a fin de mes”, dijo Regino García, un líder mam en San Antonio Ixchiguán. Ahora, dijo, la caída en los precios de la amapola ha causado tanto daño económico que “antes de que se acabe el dinero, la gente se va a EU”.