Sin que usted lo note, el consumo frecuente de azúcar añadido puede afectar gravemente la salud de su hígado. Según la doctora Kathleen Viveiros, hepatóloga del Hospital Brigham and Women's, el exceso de azúcares, especialmente aquellos presentes en refrescos, jugos procesados y alimentos ultraprocesados, puede provocar una acumulación anormal de grasa en el hígado.
Esta condición, conocida como enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA), puede evolucionar a cirrosis, insuficiencia hepática o incluso cáncer de hígado. Según comentó la profesional a Harvard Health, el problema con el azúcar añadido es que su impacto no es inmediato ni evidente.
A diferencia del alcohol, cuyos efectos en el hígado suelen ser bien conocidos, el daño hepático causado por el azúcar se desarrolla de manera progresiva y silenciosa.
Estudios recientes demostraron que el jarabe de maíz de alta fructosa, presente en la mayoría de los refrescos y alimentos procesados, contribuye a la acumulación de grasa hepática, incluso en personas con un peso corporal normal.
¿Cómo el azúcar afecta el hígado y el metabolismo?
En principio, es importante mencionar que el hígado es el órgano encargado de procesar el azúcar en el cuerpo. Cuando se consume grandes cantidades de azúcar añadido, el hígado lo convierte en grasa.
Con el tiempo, este exceso de grasa se acumula dentro de las células hepáticas, por lo que dificulta su correcto funcionamiento. Además, el alto consumo de azúcares refinados puede provocar resistencia a la insulina, un factor clave en el desarrollo de la diabetes tipo 2, lo que agrava aún más la salud hepática.
De acuerdo con la doctora Viveiros, el daño hepático causado por el azúcar no depende únicamente de la cantidad total de calorías consumidas, sino de la calidad de los alimentos ingeridos.
En tanto, las bebidas azucaradas, en particular, fueron identificadas como una de las principales fuentes de azúcares perjudiciales, ya que su consumo regular está directamente asociado con un mayor riesgo de EHGNA y otros trastornos metabólicos.
¿Molestias en el hígado? Puede ser por algo concreto Foto:iStock
La buena noticia es que la enfermedad del hígado graso se puede prevenir o incluso revertir con cambios en la alimentación y el estilo de vida. Reducir el consumo de azúcares añadidos es una de las medidas más efectivas para proteger la salud hepática.
Por ejemplo, reemplazar los refrescos y jugos procesados con agua o infusiones sin azúcar puede marcar una gran diferencia en el día a día.
Además, debe adoptar una alimentación basada en alimentos integrales, como vegetales, frutas frescas, cereales integrales y proteínas magras. ¿El motivo? Ayuda a mejorar la salud metabólica y hepática.