Monseñor William Prieto Daza no acababa de asumir su ascenso y ordenación como obispo de San Vicente del Caguán, en Caquetá, cuando empezó a ser señalado de encubrir a los 38 sacerdotes investigados por pederastia, en su labor como vicario general de la Arquidiócesis de Villavicencio.
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En esta entrevista exclusiva con EL TIEMPO, monseñor Prieto Daza se defiende de los cuestionamientos porque supuestamente, con su participación, el entonces arzobispo de Villavicencio, Oscar Urbina, expulsó a dos abogadas particulares que adelantaban la investigación contra once sacerdotes por la violación de un menor de edad y otros 27 párrocos por el abuso sexual de un mayor de edad, en la misma persona.
Prieto Daza es el primero obispo de la Amazorinoquia y antes de vincularse a la iglesia católica se graduó como médico de la Universidad Javeriana y anestesiólogo de la Universidad Nacional, profesiones que ejerció en sus primeros años, hasta que se inclinó por labor pastoral. Pero también se le cuestiona por haberse ordenado sacerdote sin completar sus estudios.
Monseñor, ¿usted se ordenó sacerdote en 2013, sin los estudios formales a los que estaba obligado?
No. Es una narrativa mentirosa. Ahí están todos los comprobantes. Yo hice cuatro años de estudios en La Ceja (Antioquia), mi ciclo de filosofía y uno de teología, cuatro años, y en Seminario Mayor Nuestra Señora del Carmen, en Restrepo (Meta) cursé los tres años que me faltaban de teología. Entre en 2007 y me ordenan sacerdote en 2013, siete años.
¿Pero deberían ser ocho años?
No necesariamente, ocho contando el año de pastoral, que es similar al año rural. Como ingresé tardíamente al seminario y por la experiencia profesional que traía, el señor obispo decide que ese año de practica en una parroquia no lo haga, pero tanto en La Ceja como en Restrepo uno estudia entre semana y los fines de semana y en vacaciones tiene misiones. Al obispo le pareció que esa experiencia la había cumplido en el proceso formativo.
¿Cuál fue su papel como vicario general de la Arquidiócesis de Villavicencio en la investigación de 38 sacerdotes por pederastia?
El vicario general es el encargado de recibir las denuncias y quejas y de inmediato comunica al obispo y él ordena la investigación. Mi oficio en esos casos fue recibir denuncias, no hice investigaciones, eso le corresponde al Tribunal Eclesiástico y a otra instancia en el Vaticano cuando se trata de abuso con menores.
¿Son 38 los sacerdotes investigados por pederastia?
No recuerdo bien la cifra, porque hay varias denuncias, no sólo las del gran escándalo, sino otras, e igual el denunciante se retracta de algunos casos y con menores de edad eran como 11 sacerdotes y los otros con persona mayor de edad, con la misma persona.
Y qué nos puede contar del avance de la investigación…
Terminada la investigación preliminar se remitió al Dicasterio de la Doctrina de la Fe, en Roma, en el Vaticano. Allá dieron la orden de asumir la investigación con los menores de edad y los mayores de edad le dan potestad a la Arquidiócesis de Villavicencio para que investigue, tome decisiones y le informe al Vaticano de los resultados. ¿Qué he sabido yo?, que hace un año no estoy como vicario general, que algunos sacerdotes investigados con mayor de edad ya están ejercicio sus ministerios, ninguno como párrocos, sino como adscritos con algunas limitaciones, mientras los párrocos con menor de edad siguen con todas las medidas precautelares vigentes tomadas desde el Vaticano y esperando que se surtan los procesos.
¿Qué pasó con las abogadas Olga Cristancho y María del Socorro Ramírez que adelantaban la investigación?
Cuando yo recibo la denuncia de la víctima, yo informó al obispo y a la Oficina del Buen Trato, conformado por las dos abogadas y por otro equipo interdisciplinario. En una reunión cuyas actas están escritas se les pide a ellas que vayan a poner en la denuncia a la Fiscalía en nombre de la Arquidiócesis, ellas dicen que sí.
¿Y es verdad que monseñor Oscar Urbina no quería que se informara a la Fiscalía?
Es mentita. En esa primera reunión de un caso tan grande, escandaloso, que nos sobrepasaba, monseñor Oscar pidió ocho días para reunirse con el Comité Nacional y que ellos nos orienten y nos hacemos asesorar de unos abogados canonistas.
Monseñor en ningún momento dijo que no, pidió ocho días. De hecho, el miércoles siguiente ya estábamos en Bogotá, yo lo acompañé. Sin embargo, en esa reunión -en Villavicencio- que se levantó acta, se decidió que era necesario informar a la Fiscalía, porque las abogadas señalaron que el tema era muy grave y recomendaron informar y no hubo ningún obstáculo por parte de monseñor. En Bogotá también dijeron que eso era lo que se debía hacer.
¿De dónde sale la versión que monseñor Urbina sacó a las abogadas de la comisión?
Yo nunca he cuestionado los hechos porque no soy investigador y no me corresponde, pero aquí hay una narrativa tergiversada y mentirosa de parte de un periodista, que, al parecer, se entrevistó con ellas -las abogadas-.
Para ese periodista desde el papa hasta el último diacono y más pequeño ministro de la iglesia pertenecemos a una empresa criminal transnacional. Detrás de los hechos que él narra en sus libros, que no digo si son verdad o mentira porque no me corresponde y coincide las narraciones con lo que yo recibo.
Él inventa una narrativa y un complot, diciendo que monseñor Urbina me llamó a mí para buscar dos abogadas para manipularlas, yo a estas señoras no las conocía en mí vida. Monseñor no las expulsó.
Resulta que en la investigación preliminar se confiaba tanto en el criterio de ellas, que yo recibo solo la primera denuncia ante la víctima y el consejo es recibirla con un perito que sepa y la recibo con la abogada Olga Cristancho, que llega a mi oficina aquí en la curia e inmediatamente ella dice que no cree en eso.
Yo le digo que no está para juzgar y que primero escuche la persona. Al final ella sale de la entrevista diciendo que puede ser cierta la versión de la víctima. Luego, cuando terminan las dos abogadas la investigación preliminar y se envía a Roma el documento firmado por monseñor Urbina, en Roma, nos dicen tiene que investigar y escuchar a cada uno de los sacerdotes. Ellas nos piden que por respeto a los sacerdotes les gustaría que a cada las acompañara un abogado canonista, que vinieron del Tribunal Nacional Eclesiástico en Bogotá.
¿Y si no las expulsaron qué pasó?
En una reunión del obispo con los canonistas y las abogadas, ellos, que tiene mucha experiencia, dicen que podrían recibir la versión solos, sin la necesidad de las abogadas. Ellas interpretan eso como si las estuvieran excluyendo, siendo una iniciativa de los abogados, porque monseñor nunca dice que se vayan.
Yo estuve en la reunión y note molestia en ellas al salir de la reunión y le digo a monseñor que las busquemos. Así lo hicimos, monseñor delante de mí les dijo que ellas no quedaban excluidas de la investigación. Y a los tres días ellas presentaron la carta de renuncia aduciendo que los sacerdotes canonistas las habían excluido y que monseñor no había dicho nada.
¿En qué va el proceso en la Fiscalía?
Lo último que supe es que estaba por vencerse los términos y a ningún sacerdote han llamado a declaraciones.
¿Hay pruebas reales para condenar a los sacerdotes?
Eso no me corresponde decidirlo a mí. Pero hay fechas y nombres que no concuerda y después de la primera versión hubo que reintegrar a tres sacerdotes porque la persona que denuncia se había equivocado y dijo que no eran.
A usted lo señalan de encubrir a los sacerdotes.
Sí, el periodista me señala de haber encubierto y por otro algunos en la iglesia me culpabilizan de hechos y mi único oficio fue recibir las denuncias, de 28 o 38 sacerdotes. Encubrimiento por ningún lado.
Nelson Ardila Arias
VILLAVICENCIO