Dice el refrán que uno de los mayores riesgos en la vida es no arriesgarse a tomar ningún riesgo. El motivo es que el temor paraliza y conduce a malas decisiones. De ahí que los expertos sostienen que lo correcto es identificar los peligros y mirarlos de frente para poder mitigar su posible ocurrencia.
Quizás por ello, el Foro Económico Mundial prepara todos los años un completo reporte sobre los riesgos globales. Este surge de una mirada a la coyuntura y de la aplicación de encuestas que se realizan entre expertos de los cinco continentes, con la particularidad de que se distinguen las amenazas de carácter inmediato, al igual que las que se insinúan a dos y diez años de distancia, respectivamente.
En la presente oportunidad, el renglón de eventuales conflictos armados ocupó el primer lugar para 2025, lo cual contrasta con la edición previa en la cual el mismo asunto se ubicó en el octavo puesto. Si a eso se le agrega que las confrontaciones geoeconómicas se ubicaron en la tercera posición, por debajo de los desastres naturales, resulta evidente que las impresiones sobre el clima internacional se han deteriorado mucho.
Y es que aparte de la guerra en Ucrania está la preocupación sobre el Medio Oriente, más allá de la reciente tregua entre Israel y Hamas. Quienes se inquietan por estos temas agregan los roces territoriales que tiene China con algunos de sus vecinos y la intención de someter a Taiwán a la autoridad de Pekín.
Ninguna de esas alertas es reciente. Lo que sí es diferente en 2025 es que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca plantea un escenario distinto que, en el caso particular de Europa, es motivo de mucho nerviosismo. Una de las grandes inquietudes en el Viejo Continente es que Washington abandone a sus aliados tradicionales al otro lado del Atlántico, mientras Vladimir Putin mantiene su ofensiva.
Dudas por Trump
Como es conocido, el líder republicano lleva años insistiendo en que los socios que tiene Estados Unidos en la Otan –que garantiza la defensa colectiva de cualquier integrante objeto de una agresión– dediquen un porcentaje más alto de sus presupuestos al renglón de la defensa. Así fuera tarde, la gran mayoría atendió el llamado, pero las dudas sobre la unidad del bloque persisten por cuenta de lo que pueda suceder ahora.
Debido a ello, la jornada de ayer tuvo como protagonistas a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y al mandatario ucraniano Volodimir Zelenski. Ambos insistieron en la necesidad de la cooperación tanto para superar las vicisitudes que hay en el terreno militar y construir la paz, como para garantizar el adecuado futuro de un continente sometido a diversas presiones.
Semejante llamado merece ser escuchado en un planeta cada vez más fragmentado entre bloques, pero que enfrenta retos comunes. De vuelta al informe de riesgos, para 2027 la lista de las preocupaciones la encabezan la desinformación y la información errónea, a las que se le atribuyen la erosión en la cohesión social y el deterioro de la confianza del público en las instituciones democráticas.
Cuando la mirada es a más largo plazo, las grandes preocupaciones están relacionadas con los fenómenos meteorológicos extremos, la pérdida de la biodiversidad y el colapso de los ecosistemas, entre otros. De ahí que la señal relacionada con el abandono estadounidense del acuerdo de París relacionado con el cambio climático sea un motivo de inquietud adicional.
La IA generativa
Sin embargo, junto a los ceños fruncidos también aparece una esperanza. El mensaje de que la revolución tecnológica, y en particular la inteligencia artificial generativa, pueden abrir una nueva era de desarrollo para la humanidad –equivalente a lo que significó la invención de la máquina de vapor– volvió a escucharse con fortaleza en el Centro de Congresos de Davos.
A diferencia de doce meses atrás cuando la aparición en escena de chatGPT apenas empezaba a digerirse, ahora hay múltiples ejemplos respecto a la utilidad de la herramienta y la aparición de un número plural de jugadores en el terreno. La opinión predominante es que gracias al instrumento disponible en un celular los trabajadores serán más productivos y el mundo podrá crecer de manera más veloz.
Pero todavía el avance es más una oportunidad que una certeza. A eso se refiere el colombiano David Vélez (véase entrevista alterna) cuando habla del escenario que se le presenta a América Latina cuyos riesgos también abundan, más allá de que un conflicto armado en su territorio no aparece en el horizonte.
Precisamente, el hecho de ser un área geográfica en la que no hay confrontaciones bélicas –aunque sí problemas serios en el campo de la seguridad ciudadana– debería servir para que la región complete una serie de tareas pendientes. Y dentro de ellas está la de preparar el terreno para que el cambio tecnológico no se convierta en otra frustración a la vuelta de unos pocos años.