Cuatro años después de haber abandonado Washington por la puerta de atrás, un triunfante Donald Trump regresó ayer a la Casa Blanca con todo un vendaval de promesas y polémicas órdenes ejecutivas (decretos), que suman más de 100, las cuales causaron éxtasis entre sus millones de seguidores, pero preocupación y desazón en otros sectores del país y la comunidad internacional. Tras un discurso inaugural marcado por una evaluación distópica de la realidad estadounidense, el líder republicano procedió a firmarlas, con un impacto que comenzó a sentirse desde el primer minuto.
“La era del declive americano se acabó. Lo que comienza ahora es la era dorada. Desde hoy en adelante nuestro país florecerá y será respetado. Nadie más volverá a aprovecharse de nosotros”, dijo el mandatario no sin antes declarar que su mandato provenía de Dios –que, según él, lo salvó el día que atentaron contra su vida– y de los millones de ciudadanos que lo eligieron para restaurar “la libertad, la bonanza y la prosperidad”.
Muy similar a su primer discurso hace ocho años, cuando inició de su primer mandato hablando de una “carnicería” en las calles del país, el balance que hizo Trump fue catalogado como “engañoso” por los principales medios dada la solidez actual de la economía estadounidense, con los mercados de valores batiendo récord, las tasas de inflación en descenso y la criminalidad en uno de los puntos más bajos de la historia.
La era del declive americano se acabó. Lo que comienza ahora es la era dorada. Desde hoy en adelante nuestro país florecerá y será respetado. Nadie más volverá a aprovecharse de nosotros
Cambios a la migración en Estados Unidos
Como se esperaba, gran parte de las primeras decisiones de Trump estuvieron dirigidas al tema migratorio, uno de los ejes centrales de su campaña electoral. Y el otro gran asunto fue el de los aranceles que planea aplicar para rediseñar la política comercial del país y para usarlos como mecanismo de presión.
Aunque los detalles de todas aún eran inciertos, el nuevo mandatario se estrenó declarando al país en “emergencia nacional” por la invasión de personas en la frontera sur y anunciando el envío de personal militar para detener el flujo de migrantes. Por supuesto habló de deportaciones masivas.
La declaración es importante pues amplía aún más los poderes presidenciales y le permite apropiar fondos para ejecutar sus planes, entre ellos continuar construyendo un muro fronterizo.
Adicionalmente, y de manera unilateral, anunció la reimposición de Quédate en México, un programa que utilizó durante su primera administración bajo el cual los migrantes con nacionalidades distintas a la mexicana eran devueltos a este país mientras sus solicitudes de asilo eran procesadas. Paralelamente, suspendió CPB One, el sistema que adjudicaba citas con las autoridades migratorias en la frontera y que había dado cierto orden al flujo de personas. De hecho, se conocían ya los primeros reportes de familias a las que se les cancelaron las citas y cuyo futuro quedó en el limbo con dramáticas escenas en la frontera.
Funcionarios del Departamento de Seguridad Interna, hablando de manera confidencial, criticaron la decisión al advertir que el fin de este programa podría provocar más cruces ilegales. Gracias a esa medida, y los acuerdos que logró Biden con México, el flujo de migrantes se había reducido en un 80 por ciento a lo largo de los últimos meses.
“Voy a comenzar inmediatamente a reformar nuestro sistema de comercio para proteger a los trabajadores estadounidenses y a sus familias”, afirmó el flamante presidente hablando de los aranceles. “En lugar de poner impuestos a nuestros ciudadanos para enriquecer a otros países, impondré aranceles e impuestos a países extranjeros para enriquecer a nuestros ciudadanos”.
Trump también desató controversia al indicar que a partir de ahora, EE. UU. no reconocerá la ciudadanía a personas que hayan nacido en el país de padres indocumentados. “Esto es inconstitucional y antiestadounidense”, declaró el senador de origen colombiano Rubén Gallego tras prometer que hará todo lo que esté a su alcance para frenarlo. Adicionalmente, otra de los órdenes en el escritorio de Trump es la suspensión durante por los menos cuatro meses del programa que otorga refugio a ciudadanos de otras naciones en conflicto. Así mismo, el presidente republicano anticipó la designación de los carteles de la droga que operan en México y otros grupos como el ‘Tren de Aragua’ (originario de Venezuela) y ‘MS 13’ (Centro América), como organizaciones terroristas extranjeras (FTO, por su sigla en inglés).
Aunque no dio detalles concretos, Trump también volvió a mencionar su intención de “recuperar el canal de Panamá”.
Los 'superpoderes' que tendría Donald Trump en Estados Unidos
“Donald Trump tiene mucho más poder que en la presidencia pasada. No tiene oposición real, que hoy está fragmentada. Tiene un mandato más grande en la población, incluida las minorías, y tiene un grupo de personas más organizadas que la vez pasada”, dijo a este diario la analista Muni Jensen.
Donald Trump tiene mucho más poder que en la presidencia pasada. No tiene oposición real, que hoy está fragmentada. Tiene un mandato más grande en la población, incluida las minorías, y tiene un grupo de personas más organizadas que la vez pasada
Pero el torrente de decisiones no pararon allí. En gran parte, muchas de las decisiones de Trump fueron un esfuerzo por “borrar con el codo” las políticas de la era de Joe Biden y muchas de las cuales también fueron implementadas a través de órdenes ejecutivas.
Algo normal cuando hay un cambio de administración entre partidos opuestos y que suelen ser usadas para marcar agenda y prioridades. Biden, de hecho, firmó 44 de estas medidas durante su primera semana en enero del 2021 para anular decisiones de su antecesor (Trump). Entre ellas, volverse a retirar del Acuerdo Climático de París, levantar las restricciones para la perforación de petróleo y gas en parques naturales, y eliminar los incentivos para la compra de carros eléctricos, es decir, enterrar el Green New Deal climático.
Algunas de las medidas adoptadas por el presidente fueron más simbólicas, pero con seguridad también levantarán ampolla. Entre ellas acabar con las políticas inclusivas: “Habrá solo dos géneros, hombres y mujeres”; la decisión de renombrar el golfo de México como el ‘golfo de América’ y rebautizar el monte Danali (la montaña más alta del subcontinente bautizada así por el presidente Barack Obama para honrar a las tribus indígenas de la zona) como monte McKinley, su nombre anterior.
“Trump llegó con un tono desafiante y contundente, aunque no sorprende porque ese ha sido su estilo durante toda la campaña. Ha sido consecuentes con las promesas que hizo. Es simbólico que hizo mucho hincapié en la seguridad, no solo en Estados Unidos, sino a nivel internacional. El tono expansionista, en asuntos como el golfo de América y el canal de Panamá, los veo más como un mensaje a Rusia y China, no necesariamente a México y Panamá”, cree Jensen.
“Trump hizo una cosa muy distinta al empezar a deletrear una plataforma política de largo plazo con la idea de que hay que transformar al país, la forma de pensar la sociedad. Se está dando a entender que esto ya no es un paréntesis, como lo fue su primera administración, sino de un proyecto político que llegó para quedarse”, conceptuó la analista Sandra Borda.
“El discurso de Trump fue muy duro y atípico pues por lo general los presidentes le apuntan a la unidad en este tipo de eventos. Pero Trump no es un presidente normal. Es un líder populista, agresivo y está siendo consistente con sus promesas. Y hay que ser claros, hay muchos estadounidenses y muchos en el mundo a los que le gusta eso de Trump, que dice y trata de cumplir. La gran pregunta ahora es que logrará de todo lo propuesto”, le dijo a EL TIEMPO Lawrence Gumbiner, exsecretario de Estado adjunto.
Eso nadie lo sabe. Pero lo que sí es claro, y eso fue evidente ayer, es que el nuevo mandatario cuenta con amplio respaldo no solo del Partido Republicano en el Congreso, sino de los millones de estadounidenses que votaron por él y muchos de los cuales desafiaron el intenso frío que se tomó la ciudad para celebrar su regreso triunfal.
SERGIO GÓMEZ MASERI
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
WASHINGTON