Llegó uno de los días más esperados de diciembre, el último día de la novena de Navidad, una tradición en la que las familias colombianas se reúnen para celebrar el nacimiento del Niño Jesús, el viaje de María y José antes de llegar al pesebre donde nacería el Mesías. Le traemos todo lo relacionado con las oraciones del día y el orden correcto para realizarlas, según la Arquidiócesis de Bogotá.
Villancico introductorio
Se recomienda iniciar la novena entonando un villancico, como preludio para realizar las oraciones. Este 24 de diciembre se iniciará la Novena con el villancico ‘Noche de paz’.
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu hijo la mejor prenda de tu amor, para que, hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio.
En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
Gloria al Padre, gloria al hijo y gloria al Espíritu Santo (3 veces).
Día 9 Novena de Navidad Foto:DALL-E, generador de imÁgenes de ChatGPT
Reflexión del día nueve
Este día nos presenta a San José y a la Virgen María, que, venidos desde Nazaret, llegan a Belén para registrarse en el censo, dando cumplimiento a las profecías y al decreto del emperador Augusto. Han sido más de cien kilómetros de recorrido en el que la Virgen Madre lleva en su seno al Mesías que pronto nacerá en la ciudad de David. Al llegar, y no hallar hospedaje, se ven obligados a descansar en un establo. Y es allí donde el Señor nace de María, el lugar que el Rey escogió para nacer.
Hoy, Dios nace en las profundidades de la tierra, en la gruta labrada por los hombres; hoy, el maravilloso misterio del nacimiento del hijo de Dios se hace visible en el Niño recostado en un pesebre. Hoy, el mundo recibe como don al Mesías, a quien el coro de los ángeles anuncia como gloria del cielo y paz de la tierra. La aldea de Belén, pequeña entre los clanes de Judá, acoge a quien ha de gobernar Israel, aquel que trae la salvación. La gruta de la Natividad se abre para hospedar a la Virgen Madre de Nazaret, al padre justo que cuidará del Redentor y al Niño divino que deja el cielo y reposa sobre pajas, calentadas por el aliento de la mula y el buey (cf. Lucas 2: 6, 16).
A tres kilómetros de Belén se hallan los pastores vigilando su rebaño, y son testigos de la aparición de los ángeles y del anuncio del nacimiento del Salvador, el Mesías, el Señor. Sus oídos escuchan el canto celestial que rinde gloria a Dios en el cielo y declara paz en la tierra a los hombres que él ama. Hoy nace la esperanza y la paz que vienen de Dios y que, como un manto, abrazan a toda la humanidad.
El primer sentimiento que colma nuestros corazones en esta noche de Navidad es la alegría, porque la esperanza por la venida del Señor se ve cumplida y nos lanza a un tiempo nuevo. La alegría es seguida por la paz que trae Cristo, porque su reinado no es de esclavitud ni de opresión, sino de amor y de misericordia. Por eso, pidamos que la paz venza la tragedia de la guerra que trae tanto sufrimiento a la humanidad. Que la paz nos lleve a vivir siempre para el Señor y nos aleje de la discordia, la división y la envidia. Que la paz nos congregue en un mismo esfuerzo para construir sociedades fraternas y solidarias, para cuidar la casa común y amar la creación. Que la paz nos haga vivir sin temor, caminar en libertad y trabajar con empeño.
Proclamemos al mundo que Jesucristo es nuestra paz, que no queremos más violencia, que le apostamos a la unidad, a la armonía y a entretejer lazos para construir una mejor mañana. Con los ángeles cantemos que Dios es nuestra esperanza, porque su gloria ha iluminado la Tierra y ha sembrado en nuestros corazones a su hijo Jesucristo que vivirá entre nosotros, que caminará por nuestras calles enseñando su Evangelio, que predicará en los templos y capillas, que buscará al pecador para que se convierta, que hará grandes signos para que creamos en él, que se compadecerá de aquel que sufre, que perdonará al pecador, que compartirá el pan y nos llamará a ser solidarios, que nos amará como el Padre le ama. Esta es nuestra esperanza de Navidad.
Día 9 Novena de Navidad Foto:DALL-E, generador de imÁgenes de ChatGPT
Oración a la Santísima Virgen María
Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por Madre suya. Te suplicamos que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado hijo.
¡Oh, dulcísima Madre! Comunícanos algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Dios te salve, María. (Tres veces)
Día 9 Novena de Navidad Foto:DALL-E, generador de imÁgenes de ChatGPT
Oración a San José
¡Oh, Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús! Infinitas gracias damos a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.
Te rogamos, por el amor que tuviste al Divino Niño, que nos abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras que en su divina esencia le veamos y le gocemos en el cielo. Amén.
Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria al Padre.
Día 9 Novena de Navidad Foto:DALL-E, generador de imÁgenes de ChatGPT
Gozos para todos los días
Dulce Jesús mío, mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
1. ¡Oh!, sapiencia suma del Dios soberano,
Que a infantil alcance te rebajas sacro
¡Oh!, Divino Niño, ven para enseñarnos
La prudencia que hace verdaderos sabios.
2. ¡Oh!, Adonai potente que Moisés hablando,
De Israel al pueblo diste los mandatos
¡Ah!, ven prontamente para rescatarnos
Y que un niño débil muestre fuerte el brazo
3. ¡Oh!, raíz sagrada de José, que en lo alto
Presenta al orbe tu fragante nardo
Dulcísimo Niño que has sido llamado
Lirio de los valles, bella flor del campo.
4. Llave de David, que abre al desterrado
Las cerradas puertas del regio palacio
Sácanos, oh, Niño, con tu blanca mano
De la cárcel triste que labró el pecado.
5. ¡Oh!, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos
Que entre las tinieblas tu esplendor veamos
Niño tan precioso, dicha del cristiano,
Luzca la sonrisa de Tus dulces labios.
6. Espejo sin mancha, Santo de los santos
Sin igual imagen del Dios soberano
Borra nuestras culpas, salva al desterrado
Y en forma de niño, da al mísero amparo
7. ¡Rey de las naciones, Emmanuel, preclaro!
De Israel anhelo, pastor del rebaño
Niño que apacientas con suave cayado,
Ya la oveja arisca, ya el cordero manso
8. ¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto!
Bienhechor rocío como riego santo
¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado!
¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo!
9. Ven, que ya María previene sus brazos,
do su Niño vean, en tiempo cercano
Ven, que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario
10. ¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
Consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!
11. Ven ante mis ojos, de ti enamorados
Bese ya tus plantas, bese ya tus manos
Prosternado en tierra, te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases, ¡te dice mi llanto!
12. ¡Ven Salvador nuestro, por quien suspiramos!
Ven a nuestras almas, ven, no tardes tanto.
Día 9 Novena de Navidad Foto:DALL-E, generador de imÁgenes de ChatGPT
Oración al Niño Jesús
¡Oh, dulcísimo Niño Jesús!, acuérdate que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
Llenos de confianza en ti, oh Jesús, que eres la misma verdad, venimos a presentarte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto.
Nos entregamos a ti, ¡oh, Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás favorablemente nuestra súplica. Amén.
Gloria al Padre, al hijo y al Espíritu Santo. (Tres veces)
Villancico de cierre
Finalmente, para cerrar el último día de la novena de Aguinaldos, le recomendamos entonar el villancico ‘Salve, reina y madre’, que es considerado uno de los más famosos de la época navideña.
ALEJANDRA HERNÁNDEZ TORRES
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO