¿Cómo entender la 'crisis existencial' de las alianzas ante el giro de Trump hacia Putin?

hace 4 horas 11

La geopolítica europea está entrando por aguas turbulentas, en lo que podría considerarse una de las más graves crisis desde los tiempos de la posguerra, en un momento en que EE. UU., el gran aliado y garante de su seguridad por más de seis décadas, le está dando la espalda la región

En un mes en el poder, el presidente estadounidense Donald Trump ha cambiado la narrativa internacional, al poner en entredicho la Alianza del Atlántico Norte (Otán), quitar su respaldo a Ucrania, invadida por Rusia desde hace tres años, y tender puentes con Vladimir Putin.

“La Unión Europea (UE) se enfrenta a una crisis existencial. Si Washington se aleja (de la Otán), Europa tendrá que asumir un liderazgo que aún no está preparada para desempeñar”, así lo advirtió Mark Leonard, director y fundador del European Council on Foreign Relations, con oficina de Londres.

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Logotipo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) Foto:AFP

Aumentar el gasto

Desde su fundación en 1949, la Otán ha sido el pilar fundamental de la seguridad transatlántica. Sin embargo, la alianza ha enfrentado desde hace un tiempo una serie de desafíos estructurales y políticos que ponen en duda su solidez y eficacia. Factores como la dependencia económica de Europa a la financiación militar estadounidense, el auge de nuevas potencias globales y la cambiante política exterior de EE. UU. han llevado a la organización a una encrucijada sin precedentes.

No podemos asumir que EE.UU. siempre será el garante de la seguridad europea. Europa debe prepararse para escenarios en los que deba actuar con mayor independencia

“La crisis actual con la Otán llega en tiempos en los que las entidades multilaterales tienen menos respaldo de EE. UU. Este año, el país se salió de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero en la primera administración de Trump, este socavó la Organización Mundial del Comercio durante la entonces naciente guerra comercial con China. Hoy le toca a la Otán y EE.UU. no ha tenido que abandonarla para debilitarla”, dijo a EL TIEMPO Isaac Vásquez, experto en economía política y egresado de Kings College de Londres.

Esto deja a Europa en una posición incómoda: sin ejércitos preparados para dar apoyo militar a Ucrania, si así lo decidiera y ante una escalada del conflicto, y con una capacidad de producción de equipamiento militar incluso inferior a la de Ucrania en cuanto a drones y artillería. A ello se suma el gasto militar. Si bien ha aumentado del 1.3 % del PBI en 2014, cuando Rusia se anexió a Crimea, una región de Ucrania, al 1.7 % en 2023, según datos del Banco Mundial, es todavía un porcentaje alejado de las necesidades del bloque para estar preparado ante un aumento de las hostilidades.

A juicio de Vásquez, “la UE se encuentra ahora en el lento debate sobre qué hacer y con posturas dispares de miembros como Polonia y España, que dieron una negativa al envió de fuerzas de paz, o con el pedido del presidente de Ucrania sobre crear unas fuerzas armadas europeas que no termina de calar en el bloque y que no se ajusta en estos momentos a la capacidad operativa ni financiera de la UE a en el corto plazo”.

Jefes de Estado participan durante una reunión de la OTAN este jueves en el Centro de Convenciones Walter E. Washington en Washington

Jefes de Estado participan durante una reunión de la OTAN Foto:EFE

Aumentar el gasto

Es el caso de Alemania, que podría debatir próximamente una propuesta de reforma para retirar el gasto militar de su valla presupuestal, porque, de lo contrario, le sería difícil igualar el 2 % del PBI que destinó en 2024, que fue un incremento respecto al 1.53 % de 2023, pero distante del 5 % que Trump está pidiendo a los países de la Otán y del 3.3 % promedio del gasto militar alemán en la Guerra Fría. Hoy, ir más allá del 2 % o incluso alcanzarlo implicaría endeudarse o hacer recortes en otros sectores. Y así están otros países.

Suponiendo que todos los miembros de la Otán pudiesen hallar mecanismos de financiamiento para elevar el gasto en defensa a corto plazo, todavía les quedaría uno de los principales retos: acelerar el consenso y la toma de decisiones dentro del bloque.

La falta de inversión no solo afecta el equipamiento militar, sino la capacidad operativa de la organización y la coordinación. Ejercicios militares recientes han demostrado que las fuerzas de la Otán tendrían dificultades para responder de manera coordinada y efectiva a una agresión en su flanco oriental. “Hemos llegado a un punto en el que la disuasión ya no es tan efectiva como antes. Rusia y otras potencias perciben estas debilidades y actuán en consecuencia”, advierte Camille Grand, exsecretario general adjunto de la Otán.

Foto:BBC

El experto en seguridad internacional Daniel Fiott, del Instituto de Estudios de Seguridad de la UE, señala que “los ejércitos europeos tienen estándares y doctrinas distintas, lo que dificulta la interoperabilidad y reduce la capacidad de respuesta ante crisis”. Este desorden es evidente en la falta de una cadena de mando común y la ausencia de planes operativos conjuntos que permitan una respuesta inmediata en caso de una crisis militar en las fronteras del continente.

Por otro lado, la guerra en Ucrania ha revelado las limitaciones logísticas de los ejércitos europeos. “No tenemos suficientes reservas de municiones y nuestros sistemas de defensa antiaérea son insuficientes”, afirma Camille Grand. El conflicto ha evidenciado la necesidad urgente de reforzar la capacidad industrial militar, algo complejo ya que las empresas de defensa de cada país se resisten a perder autonomía en la producción de armamento. Sin una unificación es muy difícil competir con la industria de defensa estadounidense.

En un intento por amainar la crisis, el primer ministro británico Keir Starmer y el presidente francés Emmanuel Macron, viajarán esta semana a Washington para hacer entrar en razón a Trump y evitar la debacle europea y la entrega de Ucrania a manos rusas. Además, llevan bajo el brazo un plan de creación de una fuerza de seguridad puramente europea (no de la Otán), que sirva de garante en el caso de un acuerdo negociado de paz entre Ucrania y Rusia.

Sin embargo, la percepción que tiene Trump sobre los líderes europeos no la harán cambiar de idea fácilmente. “No han hecho nada para poner fin a la guerra. Macron es amigo, y me he reunido con el primer ministro Starmer, es un tipo muy agradable... pero nadie ha hecho nada”, dijo cuando le preguntaron por el viaje de sus colegas.

Líderes de la Otán en la celebración del 75 aniversario de la Alianza en el Auditorio Mellon de Washington, DC.

Líderes de la Otán en la celebración del 75 aniversario de la Alianza Foto:AFP

¿Reforma o reemplazo?

Algunos expertos proponen un enfoque más pragmático para la Otán, en el que la UE asuma un rol más activo en su propia seguridad, complementando a la organización en lugar de depender exclusivamente de ella.

“No podemos asumir que EE.UU. siempre será el garante de la seguridad europea. Europa debe prepararse para escenarios en los que deba actuar con mayor independencia”, advierte Sophia Besch, investigadora del Carnegie Europe.

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Edificios gravemente dañados en Chasiv Yar, región de Donetsk Foto:AFP

Sin embargo, el camino hacia una mayor autonomía militar es incierto. Mientras algunos países apuestan por reforzar sus capacidades de defensa, como Francia y Alemania, otros dependen de la protección de EE. UU. O lo ven como su principal garante, como Polonia y los estados Bálticos, lo que genera un dilema estratégico.

“El eje franco-alemán quiere una defensa europea más independiente, pero los países del flanco este no confían en esta estrategia porque saben que solo EE. UU. tiene la capacidad real de disuadir a Rusia”, explica Jana Puglierin, investigadora principal de políticas en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y directora de su oficina en Berlín.

A eso se añade el ascenso de partidos ultranacionalistas, que ha modificado el panorama político y podría tener consecuencias profundas en la política de defensa. Grupos como Agrupación Nacional en Francia o Alternativa para Alemania han expresado escepticismo hacia la Otán y han promovido una visión más pragmática en sus relaciones con Rusia.

Este fenómeno no es exclusivo de Europa occidental. En Hungría, el gobierno de Viktor Orbán ha mantenido una postura ambigua frente a Rusia y ha bloqueado sanciones clave en la UE. En Italia, el gobierno de Giorgia Meloni, aunque oficialmente alineado con la Otán, enfrenta presiones de sectores nacionalistas que abogan por reducir la dependencia de EE. UU. en materia de defensa.

Para colmo, la crisis económica derivada de la guerra en Ucrania ha puesto en jaque la estabilidad financiera de Europa. La dependencia energética sobre Rusia y países del Golfo, el aumento de los precios de la energía y la inflación han reducido los recursos disponibles para la inversión en defensa.

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Un rescatador sentado junto a un edificio de viviendas, gravemente dañado tras un ataque ruso Foto:Genya SAVILOV / AFP

“Si los gobiernos europeos tienen que elegir entre gastar en defensa o en medidas para mitigar la crisis del costo de vida, la seguridad quedará relegada”, advierte Francois Heisbourg, asesor del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.

Hay quienes consideran que hay espacio para el optimismo, si los países europeos logran superar sus diferencias y aumentar su gasto en defensa para consolidar un bloque autónomo capaz de enfrentar los desafíos de hoy hacia el futuro. Ahora más que nunca, el continente debe encontrar su propia voz y fortalecer su capacidad de defensa antes de que sea demasiado tarde.

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Trump dice que Rusia y Ucrania se reunirán, Kiev lo desmiente.

Trump dice que Rusia y Ucrania se reunirán, Kiev desmiente. Foto:

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