En Pepe Aguilar conviven dos músicos, el que tiene arraigo a los sonidos tradicionales mexicanos y el que le gusta explorar con el rock, el pop y otros géneros para encontrar una impronta única. De hecho, el hijo menor de Antonio Aguilar y Flor Silvestre, una de las parejas más emblemáticas de México, comenzó su carrera como artista en las orillas del rock.
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El camino lo llevó a destacarse como mariachi, el género de su papá y de toda su estirpe. Sin embargo, José Antonio –su nombre de pila– nunca ha abandonado el género de su juventud. Y cada tanto entremezcla esos mundos que parecen tan improbables y los convierte en un sonido muy suyo.
Eso se escucha en su más reciente álbum, Que llueva tequila, que de forma pareciera ser un disco de música tradicional, pero de fondo es algo más que mariachi. En entrevista con EL TIEMPO, Aguilar habló sobre su carrera de más de 35 años, de sus hijos Ángela y Leonardo, y el concierto que ofrecerá con ellos en el Movistar Arena, el próximo 25 de octubre.
'Que llueva tequila' es su más reciente álbum y es una fusión entre la música tradicional mexicana con sonidos contemporáneos. Por ejemplo, el videoclip 'Hasta que me duermo' muestra esa dualidad entre el charro y el rockero. ¿Cómo conviven esas dualidades en usted?
Siempre he sido así. Desde el principio de mi carrera he fusionado instrumentos que no necesariamente son originarios del mariachi o la música regional mexicana. He balanceado mi carrera entre música muy mexicana y folclórica con música más contemporánea, pop y rock. En el caso del que hablamos, es más rock que pop. La fusión es algo que me llama mucho la atención y no me pongo límites para hacer el tipo de mariachi que hago.
Viene de una familia muy tradicional mexicana, en cuanto a la música. ¿Qué tanto le costó empezar a explorar esos sonidos diferentes al mariachi? ¿Tuvo algún choque con su papá por eso?
Aunque mi padre había salido de un rancho, él quería hacer ópera, él empezó en ese género. Su historia me inspiró cuando quise hacer rock. De hecho, mi primer disco era de rock, lo lancé en 1986. Cuando él me vio que estaba enfocado y serio, y que era algo real y con pasión, no me dijo que tenía que cantar rancheras. Lo que me dijo fue, “no sé qué tan bien te vaya a ir en eso, como sí te va bien con la música mexicana, pero se trata de lo que te llene a ti, no lo que yo crea”. Era un hombre muy sabio. Me tuvo a los 50 años, por lo que ya sabía cómo torear absolutamente todo. Él me dejó ser, seguramente porque a él no lo dejaron ser en su momento.
Me sirvió 100 % estar en el rock porque todo lo que aprendí del género lo uso en mis rancheras y en las producciones que hago para otros artistas. O sea, el rock es muy aleccionador, tienes que hacer todo: componer, producir, dirigir, tocar, arreglar.
¿Qué tan beneficioso fue para su carrera comenzar con el rock?
Me sirvió 100 % estar en el rock porque todo lo que aprendí del género lo uso en mis rancheras y en las producciones que hago para otros artistas. O sea, el rock es muy aleccionador, tienes que hacer todo: componer, producir, dirigir, tocar, arreglar. Y en las rancheras, no. En las rancheras solo es Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís, Vicente Fernández, Antonio Aguilar. Son cantantes, no producían sus discos, no escribían sus canciones, no tocaban la música. Cantaban. Entonces el rock me dio chance de meterme a más cosas y gracias a eso soy lo que soy.
¿Por qué cree que su papá le decía que quizás no le iba a ir muy bien con el rock como sí con la ranchera? ¿Por el público cerrado? ¿Por ser un Aguilar?
No éramos tan malos ni tan buenos, tampoco íbamos a romperla y creo que él veía eso. Quizás el grupo habría evolucionado, pero eran otros tiempos. En México no había medios que pusieran ese tipo de música, o sea, no había una sola estación de radio que pusiera rock en español. Mucho menos había publicaciones, revistas, periódicos. No existía Twitter, Spotify, YouTube. Entonces, si no sonabas en la radio, la gente no te iba a escuchar. Y eso nos pasó. Eran muchos factores en contra. Y cuando terminó mi relación discográfica con los que me habían firmado como rockero, habían varias ofertas, pero como cantante de música mexicana. Porque al mismo tiempo que hacía rock, hacía música mexicana. Para mí era muy normal estar vestido de charro y luego de rockero.
¿Usted se convirtió en productor por el rock?
Sí, casi todo lo que soy lo he tenido que hacer porque la vida me ha forzado a hacerlo. El hacerme productor fue por eso, porque si no me hacía productor, no tenía cómo hacer sonar a mi grupo. En la música mexicana también me hice mi propio productor porque no tenía. El primer y único productor de mariachi que tuve fue Joan Sebastian, quien estaba cobrando mucho más por hacer mi segundo disco, luego del éxito tremendo de Recuérdame bonito en 1992. Tenía toda la razón. En ese entonces, lo tomé como una afrenta, como algo personal. Y decidí producirme a mí mismo. A partir de ese disco, que se llamó Qué bueno, todos los álbumes me los he hecho yo. Con Qué bueno llegamos al primer lugar y eso me dio mucha seguridad y me mostró que yo podía hacerlo, que ese era el camino. Y mejor, porque escribo mis discos, los hago, pongo las canciones que me gustan y listo. En el rock me hice productor y luego la vida me fue poniendo obstáculos que me llevaron a hacerme ser otras cosas.
Como productor hay que estar muy al tanto de las tendencias. ¿Qué escucha para ponerse al tanto de lo que está pasando en la industria?
Hay que escuchar lo nuevo que sale por géneros. Yo reviso mucho lo nuevo en el rock alternativo, la electrónica, la música regional mexicana, la música clásica, que son los géneros que más me gustan. Pero también hay que ver qué están haciendo los jóvenes y las nuevas generaciones. Lo más importante es no perder la esencia. Si oyen un disco mío de hace 30 años y uno de ahora, obvio que se notará la evolución en mi voz y en mi música, pero conservan la misma esencia. En resumen, yo oigo todo tipo de música, inclusive la que no me gusta.
¿Como cuál?
No lo voy a decir, pero es música que dice malas palabras. Llámame a la antigua, muy conservador, pero no sé, se me hace que se nos fue la capacidad de hacer algo poético o que te haga pensar. Y está muy de moda eso. Pero bueno, las nuevas corrientes te enseñan qué es lo que no quieres hacer.
Son muchos años de carrera, y ahora mencionaba que su música conserva la esencia desde el primer disco hasta 'Que llueva tequila', ¿qué más destaca de su carrera?
Me da paso a una pregunta que tenía planeada en relación con qué tanto dejó de lado su carrera de artista para dedicarse a sus hijos y las carreras de ellos...
Nunca dejé mi carrera, ahí están los números y los miles de shows que seguí haciendo. Pero sí hubo un momento en que mi prioridad eran ellos, formarlos. Entonces sí me distraje un poco, pero nunca para que se notara. Llevo 25 años haciendo mínimo 60 espectáculos al año, en arenas, en teatros grandes, en estadios.
¿Hay similitudes o diferencias entre la relación suya con su papá y la de usted como papá de Leonardo y Ángela?
Hay muchas que son iguales y hay otras que no tienen nada que ver. Mi padre tenía su
forma de pensar en cuanto a la familia. Yo la tengo también, y en cuanto a la carrera creo que hacemos muchas cosas exactamente igual, como, por ejemplo, llevar a la familia a las giras. Eso no es algo muy común. Otra de las cosas que tengo igual a mi padre es el tremendo cariño por las tradiciones, es como una obsesión, me pongo a llorar con la música mexicana. Para mi cumpleaños (7 de agosto), un amigo me llevó un mariachi y, aunque yo tengo un mariachi y me dedique a esto, fue el mejor regalo, me sacó las lágrimas. Con eso pienso que lo que hago es lo que me apasiona, lo que debería seguir haciendo.
Hablando de sus hijos, ¿qué destaca de cada uno de ellos?
Aunque Ángela ha entrenado su voz y no ha dejado de prepararse, desde muy pequeñita fue muy talentosa y afinada. Le salía muy natural. Yo no sé a cuántas personas les ha pasado que, teniendo 12 años y cantando en los Grammy una canción de más de 150 años, todo el auditorio se levanta a aplaudirle. Hoy domina mejor el escenario y canta cada vez mejor. Leonardo, por su parte, es más parecido a mí en cuanto a que nos tocó desarrollar nuestro arte, no nos vino de forma natural. No nací con el ángel de fábrica, me lo tuve que hacer. Eso le pasa a él. Leonardo compone más canciones que su hermana, toca más instrumentos, le ha tocado trabajar más y eso lo ha hecho un artista, por el momento, más completo, pero no tiene el éxito de su hermana. Es una cosa rarísima. Nadie sabe qué está pasando. Cada uno tiene lo suyo. Eso es lo bueno, que no son cortados por un molde, yo los dejo ser. Esa es de las otras cosas que hago como mi padre. Él me dejó ser. Y aunque duela a veces, los dejo ser.
¿Qué pueden esperar sus seguidores del concierto que dará con sus hijos?
Es un show 100 % de rancheras y mariachi y de mucha calidad. Lo que hay alrededor es súper tecnológico con inteligencia artificial. Aunque es un espectáculo de música mexicana, es diferente a cualquier otro. Por eso tienen que venir a verlo por sí mismos, porque no sé compararlo con otro. Son 30 músicos en escena, los vestuarios, los bailarines, nosotros que cantamos en familia, que es bonito. Vengan a celebrar la hermandad que existe entre Colombia y México con este espectáculo, estoy seguro de que les va a gustar. Es de parte de mi familia, a la familia colombiana. Es todo un sueño estar de estar regreso.
NATALIA TAMAYO GAVIRIA
REDACCIÓN DOMINGO
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