Ben Stiller, el comediante poco valorado que está detrás de una de las series del momento

hace 4 horas 16

Si hay alguien que sabe de vidas divididas, ese es Ben Stiller. En sus primeros años en la televisión –en shows como Kate & Allie o American Playhouse– aprovechó el coletazo de la fama de sus padres –los comediantes Jerry Stiller y Anne Meara del dúo Stiller & Meara– para crear una marca de humor y estilo.

En los años 90, Ben Stiller despegó en la dirección con películas como Generación X (1994) y El insoportable (1996), y como actor se convirtió en una estrella en ciernes con Loco por Mary (1998) bajo la dirección de los hermanos Farrelly, y luego con la explosión tardía de Zoolander (2001), en la que cumplió la doble tarea delante y detrás de cámara.

Aunque en estos últimos años no ha dejado de dirigir y actuar, en 2022 Stiller renovó su faceta de creador astuto, de observador sagaz de la realidad contemporánea, con Severance, una serie que puede convertirse en la gran ganadora de los Emmy de esta temporada.

En su juventud, Stiller encontró en la comedia más negra y absurda una lectura vital para comprender las relaciones amorosas de los veinteañeros que intentaban lidiar con el desencanto del compromiso y los males de la posmodernidad que llegaron con el fin de siglo. Las comedias de los Farrelly, desde Loco por Mary y sus chistes escatológicos hasta las más integradas al mainstream como La mujer de mis pesadillas (2007), marcaron la explosión de la comedia física. Más adelante, Stiller logró el control del universo visual, que es evidente en La vida secreta de Walter Mitty (en la que también fungió como director y protagonista) y en la incursión en la televisión en estos últimos años, que lo han convertido en uno de los creadores más interesantes.

Severance tiene sus fundamentos en la comedia laboral, en series como The Office o Parks and Recreation, y en películas como Enredos de oficina (Mike Judge, 1999). El corazón de la serie son personas haciendo un trabajo que no entienden. No saben quiénes son ni por qué están ahí”, dijo en una entrevista con The New York Times.

El corazón de la serie son personas haciendo un trabajo que no entienden. No saben quiénes son ni por qué están ahí

Ben StillerActor y director.

La comedia no es para todos

“Recuerdo que un día abrí Los Ángeles Times y había una carta de lectores que decía: ‘Querido Dios, por favor deja de poner a Ben Stiller en comedias’. Entonces pensé: ‘No me importa, me encanta lo que hago’. En retrospectiva, fui parte de algo importante para la industria, más allá de esas resistencias y opiniones disidentes. Las comedias de la década de los 2000 tenían identidad, un tono y hubo muchas cosas geniales que ahora ya no tenemos”, explica con relación a lo que se llamó la nueva comedia americana, un período de esplendor de aquel estilo clásico que combinaba slapstick (tipo de comedia que exagera los golpes o caídas), romanticismo, una pizca de cinismo posmoderno y un amplio retrato de las crisis identitarias de esos años.

Stiller llegó al mundo de la comedia para ser burlado, para sufrir indignidades como las que habían asediado a los grandes cómicos silentes, desde Chaplin a Buster Keaton, y salir airoso, aunque machucado por los golpes recibidos. En esa línea podemos pensar en los novios atribulados de Loco por Mary, La familia de mi novia y Mi novia Polly (2004), sujetos a los mandatos de la familia, pero ajados por las excentricidades de un entorno que tendía a ir hacia la más delirante explosión.

También trabajó con Wes Anderson en Los excéntricos Tenebaum (2001), otro hito de su derrotero. Y fue estrella de exponentes del indie, desde Neil LaBute en Your Friends and Neighbors (1998), Noah Baumbach en Greenberg (2010) y Los Meyerowitz (2017) hasta Mike White en Brad’s Status (2017). Su nombre era sinónimo de un éxito no reconocido por sus contribuciones en un terreno menospreciado como la comedia.

Como director validó esos tímidos pergaminos. Por ejemplo, en El insoportable exploró los ambiguos sentimientos de Matthew Broderick, víctima incierta del técnico de cable que interpretó Jim Carrey, también en la cresta de la fama. La tensión que subyacía a esa sátira implacable, liderada por un hombre agresivo y avasallante, que hacía de su prepotencia un arma letal, originaba un juego de desigualdades y una virtuosa reflexión sobre el sufrimiento que aguarda debajo de la risa.

La siguiente apuesta fue por la sátira del mundo de la moda en Zoolander, película convertida en culto, termómetro de aquellos años de glamur impostado y de atracción por una celebridad vacía, que Stiller anticipó y convirtió en un universo propio. “Curiosamente, Zoolander no fue un éxito cuando salió, quizás porque era un personaje demasiado raro. Pero con el tiempo se aclimataron a él y el humor funcionó”, señaló sobre una de las películas que lo hicieron inconfundible.

Serie Severance

La segunda temporada de ‘Severance’ se promocionó en la estación Central de NY a principios de enero Foto:Apple TV

Curiosamente, 'Zoolander' no fue un éxito cuando salió, quizás porque era un personaje demasiado raro. Pero con el tiempo se aclimataron a él y el humor funcionó

Ben StillerActor y director

Desembarco en la TV

Después de aquellos años iniciales de éxito en las comedias de fines de los 90 y comienzos de los años 2000, Stiller se asimiló al mainstream: primero en la saga de La familia de mi novia, luego en Starsky & Hutch (2004), más tarde puso la voz en Madagascar (2005) y finalmente encarnó una nueva saga en sintonía con su predilección por la historia y los museos, Una noche en el museo (2006).

Fue en ese tiempo que la llamada nueva comedia americana empezaba a encontrar sus límites, sus repeticiones, su inevitable desgaste. El cine de Adam Sandler había agotado el personaje del torpe simpático, Jim Carrey había reinventado una y otra vez al canalla desenfadado y los Farrelly habían hecho chistes de personajes maniáticos hasta el hartazgo. 

En la bisagra del 2010, Stiller encontró atracción en el indie y su cine como director estaba lleno de inquietud, que se ve reflejado en una película notable –e incomprendida– como La vida secreta de Walter Mitty.

“Por aquel entonces volví a Nueva York. Llevaba 20 años viviendo en Los Ángeles y quería pasar más tiempo en mi ciudad. Pero el verdadero cambio de perspectiva llegó con Zoolander 2 (2016). La sensación fue: ‘Todo el mundo la quería, entonces la hice, y después nadie la quería’. Luego decidí hacer otras”, concluye entre risas.

En ese nuevo camino regresó a la televisión, que había sido el medio donde se inició, siguiendo la fama de sus padres, a fines de los años 80. Pero la televisión había cambiado desde aquellas sitcoms que ilustraron el humor de impronta clásica, y la crisis de esa era dorada le dio la oportunidad para reinventarse.

Después de dirigir la oscura miniserie Fuga en Dannemora (2018), Ben Stiller consiguió un éxito y reconocimiento excepcional con Severance, que en 2022 tuvo 14 nominaciones al Emmy, de las cuales obtuvo dos premios menores.

Después de tres años de espera, el 2025 podría ser el de la verdadera consagración. Los misterios de Severance siguen los designios del propio Stiller, un artista grande de nuestro tiempo.

PAULA VÁSQUEZ PRIETO

Para La Nación (Argentina) - GDA

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