Llevo 30 años escribiendo esta columna y seguramente pasarán otros 30 más escribiéndola si de una vez por todas no se asume la voluntad política real de los gobiernos nacionales y municipales y los directivos de los equipos de fútbol para erradicar a las barras criminales violentas de los estadios de fútbol.
Conforme a los criterios de
El cáncer de las barras criminales en fútbol está sobrediagnosticado. La solución probada también está sobreformulada. Por eso insisto en que el único y real problema que hay en Colombia desde hace 30 años frente a ellas es la falta de voluntad política de gobiernos nacionales y locales y de los dirigentes del fútbol para hacer lo que hay que hacer.
Y como no ha habido la firme intención de erradicar a los hampones de las barras de los estadios, pues todo lo que se diga a la larga es letra muerta, retórica barata...
Acá ya he escrito tantas veces que a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Margaret Thatcher, la primera ministra inglesa que erradicó a las peores barras criminales de los estadios ingleses, clamó hasta el cansancio, hasta concientizar a la sociedad, que los hooligans eran “animales”, “salvajes” y “criminales”.
Acá, en cambio, a las barras criminales se las protege bajo el eufemismo de barristas (¡tan parecido a porristas!) y se les esconden bajo otro eufemismo de ‘barrismo social’ sus actividades delincuenciales de microtráfico, robo, extorsión e intimidación en el estadio y en los barrios en los que se disputan los territorios e imponen su poder.
Cómo se combatió el fenómeno en Inglaterra
El modelo inglés, el que se muestra como el ejemplo de éxito en el planeta, lo que hizo fue sacar a los hampones de machete y puñaleta de los estadios con severas medidas represivas, persecución policial, inversión en tecnología para identificación y prevención, judicialización real y encareciendo el valor de las boletas. Empecemos por saber quién en Colombia asume el costo político de perder los votos de las barras bravas y su fuerza de choque o de cargar con el peso de quitarles el fútbol a los pobres...
Aquí es inocultable que varios de los más importantes clubes mantienen una connivencia maligna con las barras criminales.
¡Calculen que les pagan a las barras que cobran por ser ellas mismas su ‘autoseguridad’ (tan parecido a un chantaje), les dan boletas, les patrocinan los viajes y las banderas por las que se pelean a muerte, así como los elementos de la “fiesta de color” para las “salidas” de los equipos, les dan tribunas en las que manejan la venta de estupefacientes, el robo y el cobro para colgar las banderas de sus “parches”...
Pero en el fútbol nuestro, que nunca admite tener la culpa de nada y en cambio se declara víctima de todo, han sido los propios directivos, los mismos jugadores y la prensa fanática los cómplices de estas barras criminales. Todos ayudaron (ayudamos) a crear el monstruo y ahora repiten (repetimos) las retórica de lugar común del fútbol en paz.
Llevo 30 años escribiendo esta misma columna, y sin la real y sincera voluntad política de gobernantes y dirigentes para erradicar a los asesinos de las barras pasarán más de mil años, muchos más...
Meluk le cuenta...
GABRIEL MELUK
Editor de Deportes
@MelukLeCuenta