En el marco de la COP16, un evento realizado en la Casa Humboldt de Cali reunió a expertos y defensores de la biodiversidad para tratar un tema complejo: el impacto del conflicto armado en la naturaleza colombiana.
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El conversatorio “La naturaleza como víctima: perspectivas de la justicia transicional restaurativa”, organizado por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), abrió un diálogo sobre la vulneración de derechos de los ecosistemas y, en particular, sobre el deterioro de los hábitats de aves en las regiones más afectadas por la guerra.
“Es fundamental reconocer que la paz no se puede construir solo entre seres humanos, sino que también debemos hacer las paces con los diferentes seres de la naturaleza,” señaló el magistrado José Miller Hormiga, vicepresidente electo de la JEP, en su intervención durante el evento.
Su argumento reveló una visión amplia sobre los efectos del conflicto en las aves, algunas de las cuales dependen de ecosistemas que han sido devastados por actividades humanas y enfrentamientos armados.
Refugios de aves y zonas de conflicto
Colombia lidera el mundo en diversidad de aves, con más de 1,900 especies registradas, incluyendo 82 endémicas y 158 migratorias que encuentran en los ecosistemas colombianos los refugios que necesitan para sobrevivir. Sin embargo, los departamentos con mayor riqueza de avifauna, como Cauca, Nariño y Antioquia, son también los más afectados por el conflicto armado.
Estos territorios, fundamentales para la biodiversidad, han sido escenario de desplazamientos, enfrentamientos y actividades ilegales que ponen en riesgo no solo a las comunidades humanas, sino también a las especies que dependen de estos ecosistemas.
De acuerdo con el Instituto Humboldt, Cauca alberga 1,409 especies de aves, seguido por Nariño con 1,384 y Antioquia con 1,125. Sin embargo, la Defensoría del Pueblo reporta que estos mismos departamentos han registrado múltiples episodios de desplazamiento y confinamiento masivo.
Solo entre enero y mayo de este año, en Cauca se registraron nueve desplazamientos forzados y en Nariño, diecisiete. Esta situación no solo impacta a las comunidades locales, sino que también altera la vida silvestre.
“El cambio en la dinámica social ha modificado el uso de la tierra, lo que afecta a las aves de diferentes maneras; algunas especies se han beneficiado, mientras que otras han sido perjudicadas,” explicó Gustavo Bravo Mora, curador de la Colección de Aves y Huevos del Instituto Humboldt.
Bravo detalló que muchas especies de aves en Colombia son altamente especializadas en sus hábitats y dependen de árboles muertos y zonas húmedas que son destruidas por la deforestación y la expansión de actividades humanas. “Con la deforestación, las aves pierden lugares seguros para reproducirse, como los árboles con cavidades donde anidan,” puntualizó Bravo.
Según Nadiezhda Henríquez Chacín, magistrada de la JEP, esta pérdida es especialmente grave en zonas de conflicto donde la violencia y las actividades ilegales aumentan la presión sobre los ecosistemas.
El impacto en ecosistemas clave y la urgencia de su protección
En el Parque Nacional Natural Sumapaz, un área protegida que alberga el mayor número de especies de aves en el país con 919 registradas, la presencia de grupos armados y actividades ilegales como el narcotráfico han sido una amenaza constante. En otros parques como Chingaza y Serranía de los Churumbelos, el riesgo es similar. El Instituto Humboldt advierte que estos territorios no solo son refugio de aves, sino que representan zonas de gran valor ambiental y espiritual para las comunidades indígenas y afrodescendientes.
La magistrada Henríquez Chacín abordó en el conversatorio cómo la guerra ha implicado una constante violación de derechos de los territorios: “Lo que hay detrás de la guerra es una vulneración de derechos y la desprotección de los territorios. Esta situación no fue reconocida hasta hace poco; el país vivió en una desatención prolongada de estos espacios de vida y diversidad,” expresó Henríquez.
El panel también resaltó la importancia de establecer rutas de atención real y efectiva para las víctimas de desplazamiento, un proceso que sigue pendiente en varias áreas del país.
El reto del ecoturismo y la conservación
A pesar de los efectos negativos de la guerra en la biodiversidad, algunos cambios en el uso de la tierra han favorecido la conservación en ciertos casos. Gustavo Bravo explicó que el incremento en las actividades de observación de aves ha generado pequeñas economías locales en zonas que, hasta hace poco, eran inaccesibles debido al conflicto armado.
En regiones cercanas a Cali, comunidades que han logrado mantener el bosque han encontrado en el ecoturismo una forma sostenible de sustento, impulsando una relación más respetuosa con el medio ambiente.
“En algunas zonas, la transformación ha promovido el aviturismo. Las comunidades entienden que conservar las aves y sus hábitats puede atraer visitantes, lo que les permite obtener ingresos y proteger el ambiente,” comentó Bravo.
El dilema de la justicia transicional para la naturaleza
En el conversatorio se subrayó que la justicia transicional en Colombia enfrenta un desafío crucial: reconocer que la naturaleza ha sido víctima del conflicto y debe ser incluida en los procesos de reparación y restauración. La visión de la JEP busca Incluir los derechos de los ecosistemas en la construcción de la paz.
Según el magistrado Hormiga, “la vida es holística; hay una interdependencia continua entre los seres y cualquier elemento que cause desarmonía, como la violencia o la contaminación, genera un desequilibrio que afecta a todos los seres, incluidas las aves.”
Para Bravo, la responsabilidad de proteger este legado de biodiversidad y de aves tan únicas como las que tiene Colombia es clara. “Colombia ya es reconocida como el país de las aves. Este reconocimiento, sin duda, trae consigo una responsabilidad inmensa,” concluyó el curador del Instituto Humboldt.
Esta iniciativa de la JEP por incluir a la naturaleza como víctima del conflicto le apuesta a sentar un precedente en la justicia ambiental, uno en el que los derechos de los ecosistemas de aves sean restaurados y protegidos.
DEYNER CAICEDO CAMACHO
Enviado especial de EL TIEMPO a Cali.