Colombia se convirtió en el miembro número 153 del Tratado Internacional de
Conforme a los criterios de
Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (TIRFAA). De este
Tratado forman parte Japón, Austria, Bélgica, Francia, Egipto, Dinamarca,
Estados Unidos, Suiza, Emiratos Árabes Unidos y Canadá, entre otros países,
incluidos los de la Comunidad Andina.
Tras unirse a este instrumento internacional Colombia ratifica su compromiso
con la biodiversidad agrícola y con la seguridad alimentaria ya que, al hacer
parte de este grupo, se accede y comparte la diversidad genética global para
cultivos alimenticios.
El anuncio se hizo durante el foro ‘TIRFAA, una herramienta para avanzar en la
implementación de los objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica’,
moderado por Carolina González, jefe del Departamento de Agrobiodiversidad
de Agrosavia, que contó con panelistas de primer nivel como Kent Nnadozie,
secretario del Tratado Internacional de Recursos Genéticos de la FAO; Roger
Becerra, especialista en Recursos Genéticos en INIA - Instituto Nacional de
Innovación Agraria de Perú; Carolina Navarrete Frías, asesora senior en Política
Ambiental y Biodiversidad de la Alianza de Bioversity y el CIAT y Mauricio Parra,
profesor asociado de la Facultad de Ciencias Agrarias, de la Universidad
Nacional de Colombia.
Para la ministra de Agricultura y Desarrollo Rural, Martha Carvajalino, “esta
adhesión al TIRFAA significa para Colombia consolidar la Reforma Rural
Integral, porque no solo se trata de distribuir la tierra de manera equitativa y
justa, sino de distribuir ese recurso valioso de la semilla. Nuestros campesinos,
las poblaciones étnicas y las comunidades indígenas conocen el valor de la
semilla y por eso han sabido conservarlas hasta darles un uso sostenible”.
Por su parte, Kent Nnadozie señaló que “Al ratificar el Tratado, Colombia
fortalece su compromiso internacional con la conservación de la biodiversidad y puede implementar un nuevo marco político y legal para utilizar de manera
sostenible los recursos genéticos de los cultivos que forman la base de la canasta
familiar mundial y que son indispensables para lograr la seguridad alimentaria
mundial y la resiliencia climática".
La adhesión de Colombia al TIRFAA permitirá contar con un acceso preferente
a variedades de semillas de los países adscritos al Tratado, posibilitando la
cooperación e intercambio entre los países con diversos contextos ambientales,
logrando así el desarrollo de variedades adaptadas a las condiciones locales.
La cooperación e intercambio facilitado, promovido por el Tratado, cobran aún
más importancia cuando se enfrentan retos como la desnutrición, el cambio y
la variabilidad climática, baja productividad, plagas o enfermedades y altos
costos de producción.
De igual forma, el Tratado fomenta el desarrollo de la economía campesina y
familiar, promoviendo la investigación colaborativa entre las comunidades
indígenas y centros de investigación.
Además, Colombia podría recibir recursos del Fondo de Distribución de
Beneficios y participar en los programas de transferencia de tecnología y
fortalecimiento de capacidades mediante proyectos de alto impacto en
comunidades agrícolas, lo que se podría traducir en mejora de cultivos y, en
consecuencia, más seguridad alimentaria y rentabilidad.
Carolina Navarrete Frías destacó que "Colombia podrá beneficiarse de los
instrumentos internacionales que apalancan el desarrollo rural equitativo y
sostenible en nuestro país. Esperamos seguir apoyando al Gobierno Nacional
en materia de innovación legislativa y en la implementación del Tratado para
seguir posicionando al país como potencia mundial agroalimentaria".
Por su parte, Jorge Mario Díaz, director ejecutivo de Agrosavia, señaló que
“gracias a la perseverancia del Gobierno Nacional y al apoyo de la FAO y la
Alianza Bioversity-CIAT, se ha logrado la ratificación del TIRFAA, un acuerdo
clave para la conservación y uso sostenible de los recursos fitogenéticos a nivel
global. Este tratado es esencial para proteger y fomentar el intercambio de
semillas, las cuales son la base de la biodiversidad agrícola y la seguridad
alimentaria. Además, garantiza que las comunidades custodias de sus semillas
participen activamente en la construcción de sistemas agrícolas sostenibles y
resilientes”.