Se sorprenden a estas alturas y ha pasado toda la vida: los entrenadores que no dan los resultados que esperan los dueños se van y eso casi nunca tiene que ver con la posición en la tabla o el carisma o el discurso. No importa quién. Importa qué.
En lo que va de la Liga I 2025 ya se ha ido una decena, todos por la misma razón: no cumplieron el objeto del contrato. Dicho sin mucho maquillaje, los despiden porque los supera la misión.
La dictadura de la insubsistencia
Y es que, al menos hasta ahora, ninguno de los diez técnicos que salieron de sus cargos en estos tres meses largos de competencia dejaron a sus equipos líderes del campeonato, ni siquiera en el top 5, ni tan siquiera en una condición medianamente favorable.
Ni los veteranísimos Jorge Luis Pinto, Alexis García y Luis Fernando Suárez descifraron la manera de hacer que sus nóminas, a pesar de los recortes y, en el caso del Pereira, hasta retrasos salariales, rindieran de la misma manera que el año pasado. Que son ejemplares trabajadores, nadie lo duda. Pero Unión Magdalena y la Equidad eran coleros al momento del timonazo y el equipo risaraldense nunca fue confiable, era un partido bueno y otro par de pronóstico reservado. No cuentan tanto en este rubro Jaime de la Pava, que casi fue ascendido de DT a gerente deportivo en un Llaneros que tampoco se consolida en la A.
Jorge Luis Pinto deja el cargo como DT de Unión. Foto:Unión Magdalena
Y por ahí se fueron otros con mucha menos espalda y los mismos nefastos rendimientos: Roberto Torres y Juan Carlos Álvarez de Boyacá Chicó, Depablos de Águilas, y el campeón de las decepciones en este primer semestre, Gustavo Florentín.
Florentín, un posible récord en Colombia
El paraguayo debe estar peleando -disculpen los estadígrafos si no tengo el dato exacto- en la parte alta del top de entrenadores que más equipos tuvieron en menos tiempo en el fútbol colombiano: entre diciembre del 2024 y lo que va del 2025, que son un poquito menos de cuatro meses, tuvo tres equipos, a saber el Pasto, el Atlético Bucaramanga y Águilas Doradas.
Gustavo Florentín Foto:Dimayor
Salvo el primero, al que le sacó petróleo con una nómina limitada que se desarmó al finalizar el segundo campeonato del año pasado, en los demás involucionó, no dio señales del tino en el manejo del equipo pastuso y hasta dejó dudas sobre las verdaderas razones de su última y sorpresiva salida del club antioqueño. En 2025 hizo trizas todas las buenas sensaciones que había dejado.
Y después está Pablo Peirano, otro abnegado trabajador a quien le cobraron, como no podía ser de otra manera, la eliminación de la Copa Libertadores, la absoluta prioridad del 2025 para Independiente Santa Fe. Porque eso pasa cuando los entrenadores no dan los resultados que esperan los dueños. Todo bien con la final y la clasificación a los cuadrangulares del 2024, la venta de Millán, la cotización de un par de prospectos más, el invicto... Pero él conocía la obligación y la incumplió y el final fue el que todos sospechaban. Hace parte del capítulo de los misterios cómo evitó ese esperado desenlace César Farías en Junior, aunque pocos recuerden hoy en Barranquilla, ante el destello del liderato parcial, que a un equipo con tal nivel de inversión debería regirlo la competencia internacional.
Pablo Peirano, DT de Santa Fe. Foto:Santa Fe
El décimo de la lista es Efraín Juárez, de quien ya casi nadie -sin camiseta verdolaga- se acuerda. Su doblete quedó en el olvido tras la pataleta de su inesperada renuncia. El rumbo del equipo más grande Colombia no iba a hipotecarse a un novato con arrebatos de líder. Faltaba más.
Efraín Juárez Foto:Jaiver Nieto / EL TIEMPO
Decía Juan Manuel Lillo que él entendía por qué contrataban a un director técnico, “por bueno”, pero no por qué lo despedían. La realidad es que los que se fueron en este 2025 lo hicieron por justa causa. Ya todos los atenuantes son anecdóticos. No cumplen y se van. En el fútbol como en la vida. No tiene por qué ser de otra manera.
Opinión
Jenny Gámez
Editora de Futbolred
@JennyGamezA