Juan Cárdenas decía que toda obra de arte es, en cierta manera, un autorretrato del artista que la creó. Lo dijo durante una de las últimas entrevistas que le hicieron en vida para la Revista Bocas. En esa oportunidad, cedió algunos autorretratos, sin detenerse a pensar –o quizás sí– que ese diálogo entre el artista y su propia existencia, son y serán siempre un testimonio eterno de su paso por el mundo.
De ahí que, ante el luto por su fallecimiento, anunciado el domingo en la tarde, sus pinturas y trazos estén volviendo a circular por cada rincón de ámbito cultural.
Una vida llena de matices
Estudió Bellas Artes en Rhode Island School of Design, en los Estados Unidos, donde vivió desde que tenía 10 años. Siendo joven quiso aplicar a la academia militar en West Point, pero no tuvo éxito porque no era ciudadano americano. No obstante, al terminar la universidad prestó servicio militar por dos años en el Ejército estadounidense, en la división 101 de paracaidismo. Su trabajo era construir y diseñar puentes, baluartes, parapetos y caminos, pero su interés por el arte nunca quedó atrás.
Mientras prestaba este servicio su padre le envió un ejemplar de La vorágine, un relato con el que volvió a repasar el español y se sumió de lleno en la historia del pueblo colombiano. “En mis tiempos libres, me iba a la biblioteca del batallón y con la ayuda de un diccionario, mejoré mi vocabulario, que en ese entonces era el de un principiante”, contó.
Es así como en el año 65, Juan Cárdenas, decidió volver al país. Tomó un vuelo hasta Bogotá y encontró un espacio encantador y repleto de particularidades en el que decidió quedarse. “La Avenida Jiménez, donde yo iba con frecuencia a perfeccionar mi castellano entre hampones y vendedores ambulantes, era fascinante por los personajes que la habitaban. Abundaban los locos, los semilocos y los que estaban en vía de enloquecer”, dijo.
Con tal fuente de inspiración, continuó apostándole al arte. A los 21 años ya había realizado su primera exposición individual, logrando reconocimiento inmediato en el ámbito artístico colombiano. Su trayectoria abarcó desde la pintura y el dibujo hasta la caricatura política, género en el que se consolidó como una voz influyente al plasmar con maestría las realidades sociales y políticas del país.
Trabajó con EL TIEMPO, La República, El Espacio y la revista Flash. Y nadie olvida que por una de sus caricaturas en La República –que generó controversia con el presidente Guillermo León Valencia–, terminó en la cárcel.
“Mostraba el escudo nacional con el presidente como cóndor y en sus garras una cinta que decía ‘calumnias que abrillantan nuestras reputaciones’ (frase del mandatario). Las cornucopias eran reemplazadas por automóviles Volkswagen llenos de dinero en los baúles, que aludían al contrabando de automóviles en que el secretario de la Presidencia estaba involucrado. En seguida figuraba el gorro frigio clavado en una estaca con una corbata en el cuello y abajo, en el istmo de Panamá, se veían dos barcos contrabandeando cocaína, que en esos tiempos se iniciaba en Colombia”, describió.
El diseño de billetes
En 1994, tras el robo al Banco de la República, Cárdenas fue seleccionado para crear los diseños de los nuevos billetes de 5.000 y 20.000. Fue así como inmortalizó al poeta José Asunción Silva, acompañado en el reverso por su emblemático poema Nocturno III y destacó al astrónomo Julio Garavito Armero, junto a una representación de la luna, resaltando sus aportes al estudio de este astro y su legado científico.
Como pintor, sus obras fueron expuestas en varias galerías de Estados Unidos y Europa. En Colombia se expusieron en el Museo Nacional, la Galería Cometa y en museos del Banco de la República.
Su arte no respondía a mandatos externos, le interesaban, sobre todo, los autorretratos o la reconstrucción de un momento histórico. Incluso hizo un retrato de su buen amigo Gabriel García Márquez y su esposa Mercedes Bacha cuando estuvieron en Nueva York. Su obra también está poblada de monstruos, personajes mitológicos y espacios arquitectónicos en cuadros altamente figurativos o abstractos.
Solía creer que jamás llegaría a la perfección. Volvía y volvía sobre una misma obra varias veces hasta sentir que estaba casi completa. “Trabajo los cuadros una y otra vez. Borro, quito, pinto, raspo, pinto de nuevo. Nunca termino porque al día siguiente veo las fallas o tengo nuevas ideas”, señaló para la entrevista que hizo la revista Bocas.
Según la familia, los restos serán velados en Bogotá y se organizará una exposición póstuma para celebrar su obra. Cárdenas estaba casado con la artista Mónica Meira y su hermano, Santiago Cárdenas, es otro de los grandes del arte Colombiano.