Murió La Provincia”. Esas tres palabras fueron la primera reacción de Carlos Vives al fallecimiento de Egidio Cuadrado, su acordeonero de toda la vida.
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Con él como cimiento, el cantautor samario fundó hace 31 años La Provincia, la banda que revolucionó la música colombiana y concretó el que entonces era un tímido proceso de internacionalización del vallenato.
“El que dio a conocer el vallenato en el mundo fue mi compadre Carlos Vives. Con el acordeón mío, modestia aparte”. Así de claro tenía Egidio Cuadrado su papel en la historia.
El célebre músico, fallecido este lunes en la madrugada en Bogotá, había nacido el 26 de febrero de 1952, en Villanueva, un pueblo guajiro que ha dado varios reyes vallenatos, incluido él.
Nació sietemesino. Lo sacaron del vientre de Cristina Hinojosa para salvarle la vida a ella, que tenía tifo y padecía fiebres por encima de los 40 grados.
Creció sin hablar. Como en un ensayo de la prestidigitación con la que habría de ganarse la vida, se hacía entender con señas. Y en medio de su mudez aprendió a escuchar. Sobre todo la música.
Su primer acordeón fue uno de papel que él armaba sacando la hoja del medio de un cuaderno grapado y plegándola en forma de fuelle, para colgársela al cuello con una cabuya. Era la época en que acompañaba a su papá, José Agustín, a coger aguacate y café.
Cansada de los coscorrones que su hijo Hugue le daba a Egidio por cogerle su acordeón de verdad, doña Cristina le regaló su propio instrumento. Egidio aprendió a tocar el acordeón de teclado en pocos meses, mirando y escuchando, sin saber nunca cómo leer una partitura.
La primera canción de su repertorio no fue un vallenato, sino la cumbia Así soy yo, de Aniceto Molina. Luego vinieron las rancheras de Antonio Aguilar.
Así que cuando Carlos Vives conoció en 1985 a Egidio Cuadrado, en una parranda de la familia Santos, el flamante ganador del Festival de la Leyenda Vallenata no solo había grabado ya media decena de discos, sino que era un músico mucho más crossover que el samario.
Tal vez por eso se atrevió, unos años después, a grabar las canciones de Rafael Escalona con una sonoridad muy distinta a la tradicional, en los dos LP derivados de la serie de televisión inspirada en el emblemático compositor vallenato (fallecido en el 2009). Esa fue la primera vez que le prestó su acordeón a la voz de Vives.
La suerte quedó echada: cuando el actor y cantante quiso llevar la exitosa idea más allá de los arreglos orquestales de Josefina Severino y del universo Escalona, en un disco imprescindible que se llamó Clásicos de La Provincia, pensó en Egidio.
Desde entonces estuvieron juntos. No importó que al acordeonero se le dificultara tanto grabar con pistas y no con todo el grupo en vivo, como se acostumbraba en el vallenato. Hicieron una docena de álbumes y tocaron en casi todos los continentes. Cuadrado se hizo famoso y tocó al lado de Gloria Estefan y de Julio Iglesias –con quien hizo una versión de La gota fría–, entre otros grandes artistas.
Pero con el paso de los años la enfermedad empezó a hacerle mella. En 2016, por primera vez desde la gira de Clásicos de La Provincia (1993), Egidio no pudo acompañar a Carlos Vives. Y el covid-19 empeoró su situación.
Cinco años después, en plena pandemia, la Academia Latina de la Grabación le entregó el Premio del Consejo Directivo, un gramófono con el que se reconoce el trabajo de las personas que han contribuido significativamente a la música latina.
Entonces agradeció en Instagram a la gente detrás del Latin Grammy “por recordarnos la importancia de nuestra música local y nuestra colombianidad” y también a su acordeón, “mi primer amigo y una extensión más de mi cuerpo”.
En entrevista para la revista Bocas, de esta casa editorial, dijo que aunque el primer Clásicos de La Provincia no tiene comparación, su disco favorito era Tengo fe. Le recordaba a su hermano Ever, quien tocaba la caja y murió de un infarto mientras jugaba fútbol con la agrupación de Vives, en la cancha de la disquera Sonolux, justo durante la grabación de ese álbum.
Y habló de un sueño que quedó pendiente: grabar un álbum con sus canciones, incluida Me volví roquero, en la que aborda el tema de su transformación durante la segunda mitad de su vida. “Que me estoy volviendo roquero, muchas personas me dicen. / La culpa es de Carlos Vives, que me está descomponiendo”, dice una de sus estrofas.
Una de sus últimas apariciones en público fue el 15 de diciembre del año pasado, en el concierto que Vives ofreció en el estadio El Campín como parte de la gira con la que se celebraron los 30 años de La Provincia. “Ese día supe que él ya no volvería más”, le confesó el samario a la emisora Blu.
Su reemplazo esporádico y quien finalmente lo sucedió es el también rey vallenato Christian Camilo Peña, de 38 años, quien grabó el superéxito La bicicleta, entre muchos otros.
“Egidio querido, te llevas en tus ojos un pedazo de mi cielo y de mi mar Caribe. A cambio nos dejas las notas de tu acordeón y el sonido de tu risa para que alegren nuestro corazón por siempre”, escribió Shakira en redes sociales.
Se fue Egidio Rafael Cuadrado Hinojosa, el hermano de Dina Luz, la famosa musa de Rafael Escalona; el esposo, desde hace casi cuatro décadas, de la vallenata Fanny Maldonado; el de las abarcas, las camisas rayadas de leñador y la infaltable mochila vacía.
El rey vallenato ha muerto. Larga vida a la leyenda de un guajiro natural que tuvo el valor de aceptar las “sinvergüenzuras” de Vives y compañía, de intentar algo diferente y de demostrar a propios y extraños que se puede innovar con base en la tradición y sin irrespetar el folclor.