Fue un sábado negro, durante la celebración judía de 'Shemini Atzeret', que marca el final de la festividad de los tabernáculos. A la madrugada de ese día, miles de terroristas de Hamás cruzaron la frontera de Gaza, rompiendo la valla de separación. Llegaron a las poblaciones aledañas y masacraron a cuantos se les atravesaron. Familias enteras asesinadas en sus hogares, numerosas mujeres víctimas de violación, más de trescientos jóvenes, participantes en un festival de música, fueron asesinados, y 255 personas fueron secuestradas hacia Gaza, de las cuales 100 aún permanecen en cautiverio. En total 1.200 muertos, la peor matanza de judíos desde el Holocausto.
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Un día después, antes de que Israel pudiera recuperar el control de su territorio, y sin provocación alguna, Hezbolá inició ataques diarios con cohetes y drones contra Israel desde el territorio de Líbano. Estos ataques persisten hasta la actualidad y han obligado a Israel a evacuar a 80.000 residentes del norte.
Simultáneamente desde Yemen una pandilla de “rebeldes”, llamados Houties por el nombre de su jefe, comenzó a atacar la navegación por el mar Rojo y a lanzar misiles a Israel a dos mil kilómetros de distancia. Un país sumido en la miseria, presa de hambrunas y epidemias, que cuenta con los más sofisticados misiles balísticos iraníes únicamente para atacar a Israel.
La guerra en Gaza es una tragedia, tanto para Israel como para los 2 millones de palestinos de Gaza, quienes son usados por Hamás como escudos humanos. Israel, que no inició esta guerra, tiene el deber de proteger a sus ciudadanos de los ataques con cohetes y de evitar otra masacre como la del 7 de octubre. Los millones de dólares que Hamás, gobierno ilegitimo de Gaza tras expulsar a la Autoridad Palestina en 2007, los ha invertido el construcción de túneles. compra y fabricación de cohetes. Hamás ha convertido mezquitas, hospitales, escuelas y barrios residenciales en sus guaridas desde donde atacan a Israel. Para esta organización, las víctimas civiles son parte de su propaganda; cuanto más numerosas, mejor. Las acusaciones de genocidio contra Israel son infundadas y distorsionan la realidad. Israel no tiene ninguna intención de exterminar a los palestinos; ha permitido la entrada de miles de toneladas de ayuda y alimentos y ha facilitado jornadas de vacunación contra el polio.
La guerra se expandió al Líbano, ya que Hezbolá continuó sus ataques a Israel y se negó a cumplir con la resolución 1701 del Consejo de Seguridad, que lo obligaba a estacionarse al norte del río Litani. Hezbolá ha recibido golpes contundentes por parte de Israel, incluyendo la muerte de su jefe, Hasan Nasrallah, y varios de sus comandantes. Es momento de que Hezbolá acepte los términos de un cese al fuego para evitar más sufrimiento, destrucción y muerte en Líbano, de lo cual la organización es la única responsable.
El 7 de octubre de 2023 marca un antes y un después en la historia del pueblo judío. Para Israel, es claro que enfrenta una guerra por su supervivencia, igual que en 1948, igual que en 1967, esta vez orquestada por la República Islámica de Irán. Los mismos iraníes atacaron a Israel desde la distancia con dos andanadas de misiles en abril y octubre, una cobarde agresión al Estado Judío.
Israel es el único Estado del mundo cuya existencia está constantemente amenazada por un Estado miembro de las Naciones Unidas: Irán. También enfrenta la amenaza de organizaciones genocidas como Hamás y Hezbolá, cuyo objetivo, han reiterado una y otra vez, es 'extirpar al ente sionista' de la región. En estas circunstancias únicas, a Israel le asiste el derecho a la legítima defensa, consagrado en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.
Desde ese mismo 7/10 al antisemitismo en el mundo ha tenido un crecimiento
exponencial, generando intranquilidad si no zozobra en comunidades judías alrededor del planeta. A múltiples celebraciones por la masacre se agregan consignas que llaman a la aniquilación del Estado Judío.
Israel, el único Estado judío del planeta, libra una guerra en varios frentes contra enemigos que buscan borrarlo del mapa. Con nuestra historia como guía y nuestra resiliencia como carácter, el pueblo judío, unido y decidido, prevalecerá.
MARCOS PECKEL
*Académico, Director Confederación de Comunidades Judías de Colombia