En junio dos astronautas estadounidenses dejaron la tierra con la idea de pasar ocho días en la Estación Espacial Internacional (EEI).
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Aunque todo estaba saliendo como lo esperado, surgieron temores de que su nave de regreso no aguantaría el trayecto de vuelta, por lo que la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de EE.UU. (NASA) tomó la decisión de retrasar su retorno hasta el 2025.
Suni Williams y Butch Wilmore, los cosmonautas que salieron del planeta, se encuentran actualmente compartiendo un espacio del tamaño de una casa para seis junto a nueve personas más.
BBC tuvo la oportunidad de hablar con tres exastronautas que relataron cómo son las condiciones de vida en la EEI y cómo fue para ellos pasar el tiempo en el espacio.
Nicole Stott, una de las personas con las que lograron entablar comunicación, pasó 104 días en la Estación Espacial y aseguró que “tiene el mejor saco de dormir del mundo”.
A pesar de que los dormitorios son espacios estrechos, todos tienen computadores portátiles que les permiten estar en contacto con sus familias y también disponen de un rincón en el que pueden dejar sus objetos personales, como fotografías o libros.
En medio del día los astronautas deben cumplir ciertas misiones como parte de su trabajo dentro de la EEI. Generalmente son labores de mantenimiento o experimentos científicos.
Según afirmó Chris Hadfield, comandante de la Expedición 35 en 2012-2013, "por dentro son como muchos autobuses concatenados. En medio día puede que no veas a nadie más", esto debido a que “la gente no va deprisa por la estación. Es grande y tranquila".
La estación cuenta con seis laboratorios en los que los tripulantes tienen monitores cerebrales, cardíacos y sanguíneos con los que pueden medir cómo reacciona su organismo a un ambiente que se considera físicamente desafiante.
“Somos como ratas de laboratorio”, dijo Stott para el medio ya mencionado. "El espacio acelera el proceso de envejecimiento de huesos y músculos y los científicos pueden aprender de ello", afirmó la exastronauta.
Algunos de los cosmonautas deben salir al espacio exterior a hacer algunas caminatas al vacío, Hadfield tuvo la oportunidad de hacer dos de esas y aseguró que: “Esas 15 horas afuera, con nada más entre el universo y yo que mi visor de plástico, fueron tan estimulantes y de otro mundo como cualquier otra experiencia de 15 horas en mi vida".
Cuando se realizan estas misiones se introduce algo especial a la nave, el ‘olor espacial’. Los objetos que van al espacio se ven afectados por la radiación que se encuentra en el vacío y entran con un aroma particular.
"La radiación forma radicales libres en la superficie y ellos reaccionan con el oxígeno que hay en el interior de la estación, generando un olor metálico", afirmó Hadfield.
Es por esto que al regresar a la tierra valoró mucho más esas pequeñas experiencias de la vida como el simple aroma de la ropa limpia, sentir la brisa sobre el rostro y así poder apreciar cada instante de vida en el planeta.
ERIKA LUCIA IBAÑEZ GARCIA
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO