En tiempos de campaña, el ahora presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, prometió que, una vez ganase y sin esperar a posesionarse, activaría un plan de paz para la guerra en Ucrania que daría fin al conflicto “en 24 horas”. Una semana después de su victoria, no parece que la paz esté a la vuelta de la esquina, pero Trump ya tomó contacto con los principales protagonistas, los presidentes Volodimir Zelenski, de Ucrania, y Vladimir Putin, de Rusia.
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En cuanto a las líneas generales del plan, filtraciones a los medios de comunicación a ambos lados del Atlántico, así como consultas de EL TIEMPO con fuentes diplomáticas en Europa, permiten esbozar el marco general dentro del cual podría avanzar la negociación, si es que Trump y su equipo consiguen convencer a las partes de sentarse a la mesa sobre la base de las propuestas del reelecto mandatario.
Desde sus oficinas en Florida, Trump llamó por teléfono a Zelenski el miércoles 6, al día siguiente de ganar las elecciones. La conversación duró 25 minutos y, aunque poco ha trascendido de su contenido, está claro que el republicano le ofreció al mandatario ucraniano el apoyo de Estados Unidos, aunque sin detallar el alcance de ese respaldo.
Zelenski contó en su cuenta de X que felicitó a Trump “por su histórica y decisiva victoria, un resultado que fue posible por su impresionante campaña”. Para el líder ucraniano, fue “una excelente conversación” que incluyó una breve charla de Zelenski con Elon Musk, dueño de Tesla, X y de Starlink, la red de comunicaciones satelitales que ha resultado vital para que Kiev mantenga conectadas a sus tropas. En 2023, Musk se había burlado del presidente de Ucrania y le había recomendado ceder territorios a cambio de paz, pero al parecer las relaciones entre ellos mejoraron después.
El jueves 7, Trump habló por teléfono con Putin, según un revelador informe de The Washington Post este domingo. Afirma el diario que Trump “le aconsejó al presidente ruso que no escalara la guerra en Ucrania y le recordó la considerable presencia militar de Washington en Europa”.
En tiempos de campaña, Trump sugirió que, para avanzar en la negociación, Rusia podría conservar tierras ucranianas que ha ocupado y, según lo revelado por el diario washingtoniano, “durante la llamada mencionó brevemente el tema de los territorios...” Este lunes, el Kremlin desmintió ese diálogo.
Aunque el jueves, en un discurso en Sochi, una turística ciudad en el Cáucaso occidental, Putin felicitó a Trump, su tono fue prudente, casi frío. Durante la sesión de preguntas posterior a su intervención, dijo estar listo a hablar con Trump “si él hace una llamada telefónica, si dice, ‘Vladimir, reunámonos’. No creo que me rebaje a llamarlo yo mismo”. Y remató: “El deseo (de Trump) de reconstruir las relaciones con Rusia para facilitar el fin de la crisis ucraniana... merece al menos nuestra atención”. La llamada que narra The Washington Post habría ocurrido horas después.
Moscú es consciente de cuánto puede Trump cambiar de opinión de un día para otro si algo le disgusta
“Es explicable que Putin reciba la victoria de Trump con prudencia –le dijo a EL TIEMPO una fuente diplomática en París–. Ambos saben que están siendo examinados tras las revelaciones de los meses recientes sobre la viejísima y cercana relación de Trump con el Kremlin, desde fines de los años 80”. El diplomático agregó que “además, Moscú es consciente de cuánto puede Trump cambiar de opinión de un día para otro si algo le disgusta”.
Este domingo el vocero del Kremlin, Dimitry Peskov, habló de ello durante una entrevista con el canal estatal de noticias de Rusia, Rosiya. “Trump es poco predecible –aseguró Peskov–, y también es poco predecible hasta qué punto Trump se mantendrá fiel a las declaraciones que hizo durante la campaña electoral. Esperemos y veamos”.
Los detalles del plan que propone Trump para acabar la guerra
“Cualquier acuerdo, el peor acuerdo, habría sido mejor que lo que tenemos ahora”, especuló Trump en un discurso de campaña, en Carolina del Norte, hace dos meses. “Con un mal acuerdo (...) habrían cedido un poco, y todo el mundo estaría viviendo, todos los edificios (de Ucrania) estarían en pie...”, agregó, sin ofrecer argumentos para sustentar su tesis que choca contra la realidad: al lanzar su ofensiva en febrero de 2022, Putin exigía no solo territorios –incluso toda Ucrania–, sino la rendición de Kiev y la renuncia de Zelenski.
Al presidente Putin le decimos que se siente a la mesa, y que si no lo hace, les daremos a los ucranianos todo lo que necesitan
Keith Kellog y Fred Fleitz, dos consejeros de Trump en temas internacionales, revelaron la semana pasada algunos detalles del plan de paz. Lo primero es una advertencia a ambas partes.
Según la plataforma de noticias MSN, los dos asesores de Trump explicaron: “Les decimos a los ucranianos que deben sentarse a la mesa y que, si no lo hacen, la ayuda americana cesará”. Y agregaron: “Y al presidente Putin le decimos que se siente a la mesa, y que si no lo hace, les daremos a los ucranianos todo lo que necesitan para matar a sus tropas en el campo de batalla”.
Pero sentarse a la mesa sería apenas el principio. Según reveló a periodistas un alto responsable de la Unión Europea, en una charla off the record la semana pasada en París, “entendemos que un cese del fuego se establecería y fijaría las actuales líneas de cada ejército, tanto en el este como en el sur de Ucrania”. Cerca del 20 % del territorio de Ucrania está ocupado hoy por tropas rusas y, según el entendido de algunos diplomáticos europeos que conocen el esbozo de plan de Trump, esas zonas quedarían bajo control de Putin.
Las partes entrarían a discutir la demarcación de una zona desmilitarizada a lo largo de más de mil kilómetros de frente, tanto en el sur como en el este del país invadido.
Si todo se limitara a que Kiev renuncie a parte o a la totalidad de los territorios ocupados por las tropas rusas, sería un grave perjuicio para Ucrania
Entre tanto, el gobierno de Zelenski y la Otán congelarían el proceso de ingreso de Ucrania a la Alianza Atlántica, por un plazo que algunas fuentes sitúan en 10 y otras en 20 años. A cambio de esas concesiones, Washington aportaría los fondos necesarios para la reconstrucción de Ucrania, y mantendría el apoyo financiero y militar, incluidas armas e inteligencia.
“Si todo se limitara a que Kiev renuncie a parte o a la totalidad de los territorios ocupados por las tropas rusas, sería un grave perjuicio para Ucrania, pero al menos uno podría suponer que el daño pararía ahí”, conceptuó, en París, una fuente familiarizada con conversaciones que se desarrollan con gran sigilo en el castillo de Bonmont, al norte de Ginebra, no lejos de las orillas del lago Lemán. En esos diálogos exploratorios no participan delegaciones oficiales, pero sí expertos y representantes oficiosos rusos, ucranianos, estadounidenses y de la UE, que analizan un camino hacia la paz.
El presidente ruso, Vladimir Putin, quiere más
“El problema –agrega la fuente– es que Putin quiere más: exige que Ucrania no entre a la Otán y eso deja al país de Zelenski expuesto a futuros ataques, pues estar en la Otán lo protegería”.
Algunos conocedores de la “lluvia de ideas para la paz” del castillo de Bonmont recuerdan las negociaciones de Múnich entre Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Neville Chamberlain y Édouard Daladier, en las que el dictador alemán consiguió de los jefes de gobierno británico y francés la cesión de los Sudetes, una región de Checoeslovaquia con miles de residentes alemanes, a cambio de no desatar la guerra.
El problema agrega la fuente es que Putin quiere más: exige que Ucrania no entre a la Otán y eso deja al país de Zelenski expuesto a futuros ataques
Francia y Gran Bretaña, que tenían compromisos con los checoeslovacos de ayudarlos si eran atacados, renunciaron de hecho a ello, y en cuestión de meses, Hitler se quedó con Checoslovaquia entera. Y un año más tarde, cuando Alemania invadió Polonia, Londres y París no tuvieron más remedio que declarar la guerra.
Winston Churchill, entonces líder opositor británico, condenó lo ocurrido en Múnich, y dijo de Chamberlain y Daladier: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra, elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra”.
Por ahora, todo son dudas e interrogantes, y la sensación entre los conocedores es que alguien tendrá que tragarse sus palabras. Para empezar, el propio Trump, quien puede descubrir en estas semanas que aquello de hacer la paz “en 24 horas” era más fácil de decir que de lograr.
Pero además, Trump tiene en la mira al régimen iraní, que según informes del FBI pudo haber estado tras al menos un plan para matarlo durante la campaña. Y también tiene los ojos clavados en China, a cuyas exportaciones a Estados Unidos prometió ponerles aranceles de hasta 100 por ciento.
Además, en su primer mandato, se reunió en dos ocasiones con el dictador norcoreano Kim Jong-un, y luego se sintió burlado por él, por lo cual el reelecto mandatario le tiene una factura pendiente.
“¿Podría Donald Trump –se preguntaba el sábado la analista del diario francés Le Figaro Isabelle Lasserre– forzar una paz con un presidente que dirige la confrontación contra Occidente, tiene por objetivo desbaratar el orden internacional utilizando el caos y es el socio de países hostiles a Estados Unidos como Irán, Corea del Norte y China?”.
Y a la vez, al componerse con Trump en un acuerdo para parar la guerra en Ucrania, ¿podría Putin, que se ha jugado su prestigio en esta cruzada contra Occidente y se siente líder de ese grupo de países amigos, renunciar a su campaña antioccidental y a su liderazgo en ese frente? Mucho menos ahora que por fin está avanzando en la línea del frente, en especial en la zona del Donbás, al sureste de Ucrania.
¿Cómo reaccionaría Trump si Putin no acepta negociar? Ahí entra a jugar la frase del vocero del Kremlin, Dimitry Peskov, quien sostuvo que Trump era “poco predecible”.
Según Alexandra de Hoop, directora del German Marshall Fund, centro de pensamiento basado en Washington, si Putin no le camina a la propuesta de paz, Trump “podría sorprendernos, cambiar de pie y tomar la dirección inversa...”.
MAURICIO VARGAS
ANALISTA
EL TIEMPO
mvargaslina@hotmail.com / IG: @mvargaslinares