Los hijos de Diomedes Díaz han ganado gran reconocimiento en el país, pues muchos de ellos son herederos del talento musical del ‘Cacique de la Junta’ y han seguido el camino musical del cantante y compositor de vallenato.
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Uno de los descendientes con mayor reconocimiento es su hijo mayor, Rafael Santos, quien se ha destacado como cantante, empresario y actor. En los últimos días, el músico ha estado en gira de medios promocionando su nuevo trabajo discográfico, donde reveló detalles de una amarga experiencia.
En diálogo con ‘Los impresentables’, de los 40, Rafael Santos recordó que tiempo atrás, casi pierde la vida, pues unos hombres intentaron robarle un reloj de la marca Rolex, el cantante aseguró que al igual que su padre le gusta lucir ese accesorio.
“Soy fanático de ese reloj, y fue la única marca que mi papá usó toda la vida. Afortunadamente, yo desde niño aprendí a usar la marca Suiza. Tanto fue el amor por los Rolex que le pusimos a un burro ese nombre”, narró el hijo mayor de Diomedes Díaz.
“Ellos [sus padres] me decían: ‘mira, ese reloj es de oro, te lo van a robar’ y yo les decía: No, eso no pasa nada, ese Rolex es de mi papá”, indicando que desde muy pequeño utilizaba este accesorio de su padre y se iba a jugar con sus amigos.
Sin embargo, indicó que en una oportunidad lo atracaron en Bogotá, aunque salió ileso, narró que fue una amarga experiencia.
“Una vez me pasó un tema delicado, me robaron, me encañonaron en mi carro por la calle 106 en Bogotá, era la banda de los Rolex por ese momento. Me dijeron: ‘quieto, pásame el reloj’. Yo quedé tan impresionado con ese robo, que yo les quería entregar todo, les decía: ‘miren, aquí tienen’”.
El hijo del ‘Cacique’ contó que los hombres que lo atracaron dispararon hacia arriba, por lo que interpretó era una señal para que no lo siguieran. Luego, de unas horas, Rafael Santos hizo el denuncio y los ladrones fueron capturados, pero no fue a reconocer a ninguno de ellos por temas de seguridad.
“Afortunadamente, no pasó a mayores, salí con vida, tú sabes que los objetos se recuperan, pero la vida no. Ese día Jesucristo cubrió mi vida”, contó el empresario.
ALEJANDRA HERNÁNDEZ TORRES
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO