Mariam Baouardy, más conocida en la tradición católica como Santa María de Jesús Crucificado, nació en 1846 en una aldea en Galilea, tras una peregrinación que hicieron sus padres para poder concebir hijos.
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Su vida estuvo marcada por diferentes acontecimientos trágicos, como la muerte de sus padres en su infancia, el maltrato físico por parte de su tío y la presunta posesión que atravesó en su formación como monja.
Según los documentos históricos que plasmaron la vida de Baouardy, desde muy pequeña manifestó querer entregar su vida a Dios, deseando ser monja. A los 19 años es admitida en el noviciado con las Hermanas de San José de la Aparición, donde los supuestos síntomas de posesión se hicieron presentes.
Según el portal religioso Catholic.net, la religiosa inició presentando dos días a la semana lo que se conoce como la “Pasión de Jesús”, una serie de manifestaciones llamadas estigmas.
El fenómeno, que aparentemente se presenta en personas santas, se caracteriza en la aparición de todas las heridas corporales que vivió el hijo de Dios el día de su crucifixión, según 'U.S. Catholic'.
Estos incidentes llegaron con toda clase de “gracias extraordinarias” sin explicación aparente, llevándola a recibir el nombre de Hermana María de Jesús Crucificado.
No obstante, el libro en su honor, escrito por el padre Ángel Peña, afirmó que el demonio poseyó a la monja durante 40 días, haciéndola decir todo tipo de blasfemias y llevándola a actuar de manera violenta.
Este tipo de reacciones llevó a que la religiosa empezara a tener conflictos con las personas que la rodeaban, quienes dudaban de la veracidad de sus experiencias. Incluso, más que reafirmar su posesión, aseguraban que las marcas en su piel eran producto de una enfermedad y no de una manifestación divina.
Tras finalizar sus votos en noviembre de 1871, no se le permitió continuar en el lugar debido a las tensiones que tenía en su relación con las demás personas del grupo.
Según la religión católica, la Hermana María de Jesús Crucificado tenía “dones extraordinarios”, como levitaciones, estigmas, transverberación, carisma, humildad y sencillez. Además del don para aconsejar, así como escribir la doctrina del Espíritu Santo siendo analfabeta.
El 17 de mayo de 2015, fue canonizada tras aprobarse el milagro, junto a la Beata María Alfonsina Ghattas.
JOHAN STEVEN GUERRERO
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